– Oiga compadrito Ulbio, ¿por qué no asegura bien la puerta? ¡¿Qué no ve que le pueden entrar a robar?!
– ¿Robar qué pues, compadre Indiscreto? Si yo no tengo nada de valor…
– Ya sé que usted no tiene nada de valora, porque es bien miedoso; me refiero a que le pueden ir robando sus herramientas.
– ¡¿Y para qué van a robar los ladrones mis herramientas viejas?! Si las herramientas son para trabajar y ellos son vagos y no trabajan.
– Eso es lo malo, compadre; que los vagos roban las cosas del trabajo de otros, precisamente para vivir sin trabajar.
– Pero es difícil que los ladrones entren y salgan de aquí sin que nadie se dé cuenta que salen con algo.
– ¡Uuuuuu…, compadrito! Si los ladrones de ahora le dejan corto al gran mago Houdini, ese que hizo desaparecer la estatua de la libertad allá en Nueva York.
– ¡Va! ¡No sea exagerado, compadre! ¡Cómo van a ser mejores que el gran Houdini!
– Mire, le voy a contar nomás para que se ponga amarillo: Acaban de robarle al GAD Provincial una retroexcavadora gigante nuevecita… ¡Recién comprada en tresceientos mil dólares! Sin tener siquiera un año de uso…
– ¡Ele, que’s pues! ¡Eso no es pues un juguete de meter al bolsillo y llevarse, se trata de una máquina muy grande y pesada que se necesita de mucha gente y una plataforma para trasportar!
– ¡¿No le digo, compadre?! Estos ladrones del siglo XXI son más avezados que el mismísimo Al Capone.
– ¡¿Y cómo algo así fue posible?!
– Pues, resulta que estaban haciendo trabajos de minado en el Bobonaza y el fin de semana han dejado encargada la máquina en una casa cercana.
– ¡No será que los equipos, por lo menos el fin de semana, se guarden en los hangares del Consejo!
– Así debería ser; pero lo extraño de todo esto es que ¿cómo sabían los rateros el lugar exacto donde queda la excavadora? ¿Cómo conocían el lugar? ¿Cómo ingresan plataforma y carros desconocidos sin que los pobladores se den cuenta? Y lo más, más raro es… ¡¿Cómo es que se hacen pasar por funcionarios del GAD Provincial?!
– Ya empiezan las cosas raras de cada administración provincial, siempre en escándalos vivimos acá… ¡¿Cuándo seremos unos niños normales?!
– ¡Viera usted! ¡Uno ni siquiera para comprar una pala tiene! Pero otros piensan en máquinas grandes, gigantes. Capaz que si a alguien le dicen: “esta carretilla es de la Prefectura” no va a ser capaz de salir cargando por la vergüenza.
– Pero ya ve; vienen otros y se llevan nomás tamaña excavadora… ¡Jesús Santísimo!!!
– Pero lo que es más, pero más extraño es que los choros conocían tan bien de la máquina que sabían hasta cómo encenderla y desconectarle el sistema de rastreo GPS, de tal forma que no se sabe que rumbo cogió, tremenda máquina y ni rastro de ellaaaaaa…
– Verdad, compadrito Indiscreto; eso sí que está bien raro y dudoso… ¿No será que de allí mismo sale algún cómplice o encubridor. Como dicen del mismo cuero sale la correa… No me estoy refiriendo al Mashi, por si acaso.
– Así es, compadrito; esto no debe quedar así; debe ser investigado hasta las últimas consecuencias… ¡Esto es ya el colmo!
– Nuestra provincia ha sido muy golpeada por la corrupción y por eso se ha quedado rezagada en comparación con nuestras hermanas provincias orientales… ¡Ya párenle pues!
– Tiene toda la boca llena de razón, compadre; ahora es cuando debe empezar a manifestarse el espíritu del pueblo pastacense para poner fin a tanta pendejada… ¡Mire cuántas cosas han quedado en la impunidad!
– Y los ladrones siguen disfrutando de lo robado y riéndose del pueblo.
– Claro; aquí hay nomás incendios repentinos que borran rastros de corrupción, proyectos de agua potable inservibles, alcantarillados mal hechos y hediondos, carreteras que se rompen apenas inauguradas… ¡Y todos bien gracias!
– Por eso mismo se abusan los ladrones y corruptos… ¡Por eso mismo estamos como estamos!
– No sé como para algunos es tan fácil robar y justificar el robo con argumentos ridículos… Si uno quisiera robar tendría menos futuro que un enfermo de Parkinson robando panderetas.