POR: Mauricio Calle Naranjo
Ecuador atravesó un proceso electoral con una excesiva participación de candidatos, lo cual confirma lo expresado por Voltaire: “debe ser muy grande el placer que proporciona el gobernar, puesto que son tantos los que aspiran a hacerlo”. El propósito del presente artículo no es polemizar si un candidato está preparado o no, sin embargo, las estrategias de campaña utilizadas merecen ser analizadas. La era digital permite que todos los ciudadanos expresen sus pensamientos desde su realidad y en consecuencia se evidenció una división gigantesca en el electorado de un territorio tan pequeño.
Como antecedente, la libertad de expresión está protegida por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas además la idiosincrasia de un país en donde muchos profesan amor y empatía por el prójimo, tristemente ese escenario utópico se ha convertido en un ingenuo discurso de domingo. Actualmente las redes sociales son una cloaca de insultos y epítetos desagradables contra las personas que piensan diferente. Sobran dudas ¿la estrategia es dividir? o ¿la ciudadanía ya estaba dividida por diferentes variables sociológicas? Cada quien concluirá la respuesta con base en sus creencias, no obstante, el electorado es un excelente caldo de cultivo para asesores políticos, que aprovechan lo que ya existía en el pensar y actuar de cada persona.
La pandemia dejó muchas lecciones, entre ellas la comprensión y solidaridad con los semejantes. Irónicamente la sociedad no aprendió nada y desde su egoísmo ofende a quien piensa diferente, muchas de las ocasiones cobardemente detrás de perfiles de redes sociales que destilan odio e improperios.
Es anhelo de todo ecuatoriano un país unido y respetuoso de la libertad de pensamiento para progresar como sociedad. “Cuando el poder del amor venza al amor por el poder, el mundo conocerá la paz” (J. Hendrix).