– Oiga, compadre Indiscreto… ¿Ya se dio una vueltita por la feria de la navidad?
– Y ¿con qué plata quiere que vaya, compadre Ulbio? Si a estas alturas de la vida no hay ni para un caramelo, peor para un juguete para los guaguas.
– Yo creo que en esta vez los regalos solo van a ser en modo digital, nada de material, tal como las clases en la escuela, jeje…
– Quién como usted que está de funcionario público y tiene su sueldo asegurado, y además de seguro habrá agasajo navideño, con cena, whisky y pavo; como siempre.
– ¡Nada compadre! Este año el jefe ha dicho que no habrá agasajo, porque no hay dinero para nada, así que estamos en las mismas, compadre. Ojalá mi mujer entienda que ahora la cena será por zoom jijijiji… Pero una cosa no entiendo compadre, dicen que no habrá agasajo porque no hay dinero para nada, que estamos en fase de austeridad, que no es tiempo de derrochar, etcétera, etcétera…
– ¿Y?
– Pues que tanto dicen que falta plata, que no hay ni para hacer obras que el pueblo necesita, y resulta que salen comprando seis vehículos para la Corporación y un último modelo, del año, totalmente de paquete, para el jefe.
– O sea que para las obras hay austeridad, para el agasajo hay que ajustarse los cinturones… ¡Pero para los caprichos del jefe si hay plata suficiente y de navidad le hacen tremendo regalo!
– Ahí es cuando a mi se me pelan los cables, y digo: cómo es la guabada…
– ¡Cálmese, compadrito! No se me esponje, no se me esponje.
– Es que… ¡Qué ha de ser justo! Mientras a todos nos piden paciencia, que esperemos, que aguantemos, que hagamos puñete… ¡Y el regalo del jefe no puede esperar!
– Es que usted no entiende el contexto, compadre…
– ¿Cuál texto, compadre? ¿Cuál texto? ¡Estamos hablando de carros y usted me sale con libros!
– Yo digo el contexto, o sea el panorama completo… ¿No ve que el actual vehículo ya está vetusto? Es un modelo antiguo.
– ¡¿Modelo antiguo dice?! ¡Pero si es del año 2018 nomás!
– ¡Por eso, pues compadre! Ya es clásico…
– ¡Ele, que’s ps! Clásico sería si fuera de 1940 o algo así.
– Digo que es clásico que sucedan estas cosas en nuestra provincia. Además, con el trajín de haber llevado de acá para allá y de allá para acá al anterior prefecto, pues ya los asientos han de haber quedado abollados, los resortes inservibles y los amortiguadores chuecos.
– Yo creo que otra cosa es la que ha de estar chueca.
– Claro pues, la chueca de su hermana, compadre.
– Dejemos a la pobre en paz, compadre. Pero, dicen que el carrito es chino nomás.
– Entonces, no ha de sido un regalo de Papá Noel sino de Confucio.
– ¡¿Confucio?!… ¡¿Y ese quién es?!
– Confucio; un ilustre filósofo chino, para que la cosa quede confusa y nosotros confundidos. Y ojalá el auto nuevo no termine hecho chop suey y en dos años toque comprar uno nuevo.
– Pero tanta plata ha habido para vehículos nuevos y no hay para un triste pavo de treinta dólares para los trabajadores ni para las chuzas obras que el pueblo espera.
– ¡Para qué más pavos que los que van al estadio! Y si quieren obras vayan al teatro. A propósito, compadre… ¿En qué va usted a su trabajo? ¿No dicen que los han votado a las nuevas oficinas en Fátima?
– ¡Calle nomás compadre! ¡Mejor ni me haga acuerdo, que me punza el hígado de la rabia! Mejor con tanta plata un bus hubieran compadro para los trabajadores, que nos toca trasladarnos a los nuevos talleres en Fátima desde esta semana.
– O sea que están jodidos.
– Si le cuento que el primer día que nos dijeron que lleguemos puntuales porque va a estar el jefe haciendo la entrega oficial de las nuevas instalaciones… ¡Ele! Primer día y amaneció con un aguacerazo que ni en qué ir, ni los taxis asomaban para una carrera. Llegué todo empapado y atrasado. Y para colmo han llevado al cura para que eche agua bendita a los carros nuevos y las nuevas oficinas… ¡Y más agua nos hecha encima! Ni porque le dije yo ya cogí agua del cielo que es más bendita. Y ahora estos últimos días, en taxi me ha tocado ir para no llegar atrasado, mientras que el jefe en su carrazo de lujo pasa todavía pitando y no lleva.
– Así es la suerte del pobre. Como dice el dicho: unos nacen con estrella y otros nacemos estrellados. Mejor vaya a la casa, que quién le va a hacer ver el cielo estrellado es su mujer… Como me lo tiene mangoneado…