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San Valentín, San Valentón y San Carnavalón

por Andres Ortega

– ¡Qué tal compadrito Ulbio! ¿Cómo le fue en San Valentín?

– No sé, no es mi santo. Acuérdese que me llamo Ulbio y no Valentín.

– ¡¿Qué pasó, compadre?! San Valentín es el santo de todos, porque es el santo del amor.

– ¡¿Amor?!… Amor, amor… mmm… Me suena… ¡Ah, ya me acordé! Era una marca de galletas.

– ¡Qué barbaridad, compadre! ¡Ya ni de lo que es el amor se acuerda! Con razón estamos como estamos.

– Es que yo ya no estoy para esos trotes, compadre. ¡Qué amor ni qué San Valentín! Esas cosas son para los jóvenes.

– Jóvenes como nuestro intendente.

– Ah claro pues; él es un hombre joven. ¿Y qué hay con él, pues?

– Que él sí sabe lo que es el amor y entiende el significado de San Valentín. ¡Figúrese que fue a parar a un motel este 14 de febrero!

– ¡No, pues! ¡Ele ahí sí que se pasó! ¡Toda una autoridad que debe dar el ejemplo, metido en esos antros de perdición! ¡Ojalá haya ido con la mujer y no con la de emergencia!

– ¡Cálmese compadrito! ¡Calma, calma! A ver; respire profundo y no se me esponje.

– Es que, cómo no me voy a alterar, compadre; si estamos viviendo una crisis hasta en lo moral.

– No, compadre; lo que pasa es que usted no me dejó terminar de contarle bien como fueron las cosas…

– ¿Y cómo fueron las cosas?

– Le decía que al señor intendente le vieron en el motel; pero no en los afanes que usted se imagina…

– ¡¿Y qué otra cosa pudo estar haciendo en un motel?! ¡¿Para qué sirve un motel si no es para las cochinadas?!

– Calma, compadre. Si estuvo en esos antros de perdición, como usted les llama, ha sido con fines amorosos, pero no hacía alguna descarriada; sino hacia la comunidad, hacia sus conciudadanos y conciudadanas; constatando que las instalaciones cumplan con las normas de bioseguridad. Todo para que los enamorados celebren esta fecha especial sin ningún peligro.

– Ah ya; o sea que ha estado realizando un operativo. Ele así ha de contar, sin misterio.

– Le estoy contando, sino que usted de ganita se me altera; eso es porque tiene la mente cochina.

– Bueno, bueno, compadre. Discúlpeme. Antes ha sido por una noble causa que el intendente haya estado en esos lugares; se nota que es una autoridad que se preocupa por el bienestar de sus conciudadanos… Y sí tengo la mente cochina, en estos carnavales me la lavo.

– Uuuu… ¡¿Qué carnavales pues?!… Si parece que nuestra ciudad va a ser la más aburrida en estas fiestas.

– ¿Y por qué lo dice, compadre?

– Pues, mientras hay mucha expectativa de los prestadores de servicios turísticos por el feriado de carnaval, todos se están preparando para recibir a miles de turistas; pero…

– ¡¿Pero ¡¿qué, compadre?! ¿Qué sucede? No me tenga en ascuas.

– Que mientras los hoteles, restaurantes, paraderos, complejos, etcétera, se preparan; el Municipio, en cambio, ha decidido no preparar ninguna actividad importante para atraer al turismo, como sí lo han hecho otros municipios como Baños, Macas…

– ¡Ele! ¡Qué’s pues! ¡¿O sea que vamos a tener unos carnavales desprogramados, o sea sin programación?!

– ¡¿Qué carnavales?! Eso no se llama “carnavales”. Con apenas dos que tres eventitos menores por ahí. ¡Pero eso sí! En esos pequeños eventos sí van a dar apertura a que se presenten los y las artistas locales. Ahora sí se acordaron de ellos; pero cuando hay grandes celebraciones y espectáculos se les olvida a nuestras autoridades que aquí también hay artistas.

– Mientras que en Macas dicen que las fiestas van a ser a lo grande, y hasta van a traer a un artista internacional de renombre.

– Y así nuestro Puyo volverá a ser solo ciudad de paso, como siempre lo ha sido, y nosotros solo los veremos a los turistas pasar y pasar.

– Y después solo nos quedaremos viendo las caras entre nosotros, todos jetones porque nuestras autoridades no sirven para darnos una alegría, no se esfuerzan, no ponen voluntad para que salgamos adelante todos unidos… Si no iban a servir para el cargo… ¡¿Entonces para qué se meten?!

– Tiene toda la boca llena de razón, compadre. Mientras a la voz del carnaval todo mundo se levanta… Menos Pastaza… ¡Qué ha de ser justo!

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