– “¡Llegando está el carnavaaal…!”
– ¡¿Llegando el carnaval?! ¡¿Por dónde pues, compadre Ulbio?! ¡Si a nuestra pobre ciudad ni va a llegar el carnaval ni nada!
– ¡¿Qué no va a llegar el carnaval, compadre Indiscreto?! ¡Chuuuta! ¡Y yo que ya tenía listo mi disfraz!
– ¿Y de qué se va a disfrazar, pues?
– De Hulk.
– ¿De Hulk? Y… y… ¿Cómo va a hacer para disfrazarse de Hulk?
– Ya corté un pantalón viejo y solo me pinto el cuerpo de verde, y ya.
– ¡¿Hulk?! ¡Qué Hulk ni que ocho cuartos! Así lo que va a parecer es gelatina de limón, compadre.
– Usted siempre me agua la fiesta compadre…
– Hay que ser realista, compadre; mejor debería inscribirse en un gimnasio antes de disfrazarse de Hulk… ¿No ve que Hulk es el hombre increíble?
– Sí, pero no ha de ser él el único hombre increíble del mundo.
– En eso sí que tiene toda la boca llena de razón, compadre. ¡Hasta nosotros tenemos aquí un hombre increíble!
– ¡¿En serio?! ¿Y quién es ese hombre increíble?
– Pues, el señor alcalde…
– ¿Y qué tiene de increíble ese señor? ¿Acaso ya se está poniendo verde o qué?
– Yo creo que para el puestito sí está todavía verde, y además siempre está haciendo cosas increíbles.
– ¿Cuáles cosas increíbles, compadre? Yo no veo nada increíble.
– ¡¿No ve ese programa de carnaval?! Es increíble que se haya hecho un programa tan malo, pero tan malo que hasta el mismísimo alcalde ha decidido ir a pasar el carnaval en otro lado.
– ¡Ele! ¡Que’s ps! ¡Cómo va a ser eso posible! ¡¿O sea que el mismo que arma la fiesta la abandona?! ¿Y cómo así ah?
– Pues se ha de haber enterado que en otras partes están preparando unos carnavales más bacanes y se ha de haber dicho a sí mismo: “¡Futa!… ¡Para qué voy a quedarme en estos carnavales fuleros!”
– ¡¿En serio dice eso, compadre?!
– Bueno, el caso es que de manera anticipada ha solicitado vacaciones para poder pasar junto a su familia en cualquier otro lado que no sea Puyo.
– Chuuuta, con eso lo dice todo.
– Claro pues, compadre. Porque lo correcto es que en una buena fiesta la autoridad esté a la cabeza para presidir los actos y acompañar a su gente; pero como se han jalado las cuadras… ¡Qué cara va a dar el alcalde!
– Así, en vez de huevos le han de lanzar piedras y en vez de coplas le han de hacer insultos. Por eso mejor ha dicho “con permisito dijo monchito y se fue para otro ladito”.
– O mejor: “Tantos inconvenientes que me ponen, mejores me voy… A pasar un mejor carnavalito”
– Pero que ni se le ocurra subir fotos de cómo la está pasando el carnaval en otro lado…
– Eso sí ya sería el colmo de lo increíble, y no creo que se llegue a tanto.
– Bueno pues, no nos queda más remedio que organizar nosotros mismos nuestros propios carnavales.
– Sí, pero no me venga con ridiculeces como esa de que quiere disfrazarse del hombre increíble, que mejor ha de parecer buda verde, o bolón manaba. Usted no puede compararse con el hombre increíble…
– ¿Y por qué no?
– Porque le ha de caer la gente encima culpándole de los carnavales fuleros.
– Oiga, compadre… Si el señor alcalde no va a aparecer en los carnavales… ¿A lo mejor no será porque se va a disfrazar del hombre invisible?
– ¡¿Invisible?! Si sigue así va a quedar invisible porque nadie le va a poder ni ver.
– Bueno, compadre. Entonces vamos a organizar nuestros propios carnavales.
– ¡Claro pues, compadre! Pero vamos cantando alegres:
“¡A la voz del carnaval
todo el mundo se levanta,
todo el mundo se levanta…
Menos Puyo, por supuesto…”