– “Libertad, oh dulce nombre,
hermoso y celeste don;
tú eres la misma razón,
tú eres el alma del hombre…”
– ¡Ele, compadre Indiscreto! ¿Ahora se volvió poeta? Y con esa pose tan solemne.
– Mejor, compadre Ulbio, mantenga calma,
que yo la poesía le llevo en el alma;
y aunque estos versos no son de mi autoría
la verdad… ¿a quién eso le importaría?
– ¿Y a qué se debe pues que se haya puesto tan poético?
– A que no sé si fue de buena gana,
en un acto de gran aquiescencia,
por fin la justicia ecuatoriana
ha obrado con transparencia.
– ¡¿Que ha obrado con transparencia, dice?! ¡¿La justicia ecuatoriana?! ¡¿Dónde?! ¡¿Cuándo ocurrió ese milagro?!
– El milagro ocurrió en Manglaralto,
donde un probo juez a todo gas
ordenó la liberación de Jorge Glas
y provocó en el país gran sobresalto.
– Pero, yo no veo donde está la transparencia; más bien me parece que ahí hay algo oscuro.
– ¡Vaya, compadre! ¡Qué martirio!
No se deje dominar por la inocencia.
¿No ve que glas significa vidrio?
Y todo vidrio tiene transparencia…
– Ah bueno, por ese lado puede ser. Pero, a ver, cuénteme. ¿Cómo estuvo eso?
– Eso estuvo un poco tieso…
– ¡No eso! Lo del transparente, digo lo del vidrio, digo lo de Glas.
– De eso mismo le hablaba, compadre;
usted siempre se sale por la tangente,
le aguanto nomás porque es buena gente,
porque si no le mandaría a la… madre.
– Bueno, ¿y cómo así le dejaron libre, ah? ¿Bajo qué argumento?
– Tenga paciencia, le explico en un momento
que la defensa no señalan ninguna virtud,
solo que ha estado un poco mal de salud,
y ese es todo el cuento.
– ¿Y de qué instrumento se valió el juez para ordenar la libertad?
– ¡¿Instrumento?! ¡¿Cuál instrumento pues?!
Si no es músico, es juez…
– Me refiero al instrumento legal, no al musical… ¡Mire! ¡Me salió a mí también una rima! Es que, él que a buen árbol se arrima…
– ¿Instrumento legal dice? ¡
¡Por San Pascuales!
¡El destino me maldice!
¡¿Acaso hay guitarras ilegales?!
– No se haga, compadre; yo sé que entiende bien a lo que me refiero.
– Pues mire, mi compadre curioso;
“habeas corpus” se llama el instrumento
que no es de cuerda ni es de viento,
pero logró volver a Glas dichoso.
– ¡¿Habeas corpus?! ¿No es esa fiesta esa donde salen los danzantes con sus trajes llenos de espejos?
– ¡Vaya, compadre! ¡No sea pendejo!
Eso que dice son “Octavas de Corpus”,
lo que al Glas le dan es habeas corpus
para que salga libre hoy y no de viejo.
– Bueno, compadrito; ya dejémonos de tanto verso, mejor le invito a un volquetero… ¡Que es lo mejor del universo!
– Pues rima y sabe bien… ¡Vamos pues!