Por Guido Calderón
El triunfo en la vida es subjetivo: para algunos es escribir un libro, vivir en el campo, una cómoda jubilación, gobernar un país y sea cual sea, existe un manual para el éxito: ten una meta, aprende siempre, avanza un paso cada día, marketea tu imagen, valora lo que vendes, crea fidelidad en tus consumidores.
Estos momentos de caos que vive el Ecuador, forjados por el brío de una sola persona, evidencian que Leónidas Iza es quien marca la agenda política nacional. Sus métodos e ideología aterrorizan al resto de políticos que también quieren alcanzar el poder; lo ven como un combatiente peligroso, impredecible, un socio no confiable. Inyecta pánico en el establishment que desde el gobierno no se atreven a pacificar el país y como avestruces, evitan mirar los problemas creyendo ingenuamente que van a evaporarse, pero esto al igual que con los leones, solo aumenta su deseo de devorarlo todo.
Admirable que una persona nacida en la pobreza, en la marginación socio económica, en tierras lejanas a los encopetados círculos políticos de la capital; tenga la fortaleza y constancia para introducir su violenta doctrina en miles de personas, resueltas a abatir otro gobierno, vandalizando todo en su marcha. Iza está determinado a llegar al poder -sin importar el camino- y desde ahí: implantar su modelo de sociedad donde los indígenas estén -y se mantengan a cualquier precio- en la cúspide de la pirámide social.
Lo paradójico es que, si su multitud de fanáticos seguidores que se dicen pobres y marginados; implementaran en sus vidas algo de esa voluntad férrea, esa disciplina de avanzar paso a paso hacía sus metas, esa fidelidad a sus propósitos, la rebeldía para superar los obstáculos; y aplicaran el 1% del carácter que Iza demuestra cada día: saldrían de la pobreza, olvidarían el lamento lastimero, rechazarían la autocompasión, serían gente exitosa en todo lo que emprendieran y no tendrán que derrocar a Iza cuando sea gobernante del Ecuador, porque la pobreza al igual que las limitaciones, no se elimina desde el gobierno, sino con la determinación de cada individuo. /GC