Por: Edwin Mosquera G.
Partir de un Proyecto de Ley Orgánica para la Garantía, Promoción y Protección de la Libertad de Prensa, de Opinión, de Expresión y de la Comunicación y deducir que es una Ley mordaza, sin ni siquiera haberla leído o posiblemente la polla que le pasaron no contenía el contexto en sí, sino más bien fue un garabato burdo y vago que no se supo explicitar de manera correcta, no es analizar un Proyecto de Ley.
Enfoquémonos en el discernimiento popular, mas no en el articulado porque al fin y al cabo la gente siempre habla lo que le dice, mas no lo que han leído; por un lado se entiende por mordaza a aquel elemento material o simbólico que se utiliza para hacer callar a una persona; Sin embargo, cuando hablamos de mordaza simbólica hacemos referencia a diferentes elementos que se pueden establecer que impiden que las personas se expresen públicamente al considerarse esto un delito que requiere sanción.
Ahora bien, con el debido respeto y consideración a muchos de los Comunicadores Sociales, pero siempre existe aquel bastardo resentido social que cree que, por tener una cámara, un micrófono y una página social ya se consideran los críticos y verdugos sociales, no se diga aquel iluminado paracito de algún renombrado medio de comunicación, que destila su poco conocimiento y pretende ser el dueño de la verdad.
La reprochabilidad en los actos u omisiones debe ser intrínseca del ser humano, no se puede andar por la vida blasfemando a todo mundo escudándose en un micrófono diciendo, “soy periodista” o “comunicador social” y pretender impunidad frente al vil comportamiento que pudiere tener.
No se puede permitir una eyaculación verbal a la voz del carnaval, se deben considerar los parámetros de comportamiento social, así como las consecuencias que debe acarrear el no cumplimiento de estas, no solo tienen dignidad quienes tienen un micrófono o escriben, si no todos los ciudadanos de a pie que muchas de las veces se previenen vejados al no poderse defender en la voz de la locución