Por: Guido Calderón
Bahía de Caráquez lleva ese exótico nombre en honor al Shiry Carán o “Señor de Todos” que era el “rey” de unos invasores que llegaron en el año 700 a lo que ahora es Ecuador. Este ejército conquistador destruyó las culturas locales y llegó hasta Imbabura, donde exterminó a toda una población que la repobló con su misma gente: lo que hoy conocemos como Caranqui.
Cuando llegaron a Chimborazo, al no poder vencer a los Puruháes militarmente, se pactó el matrimonio entre la “princesa” Toa y el hijo del “rey” Condorazo: Duchicela, quien dio origen a la dinastía de este nombre, cuyos descendientes actuales con sus respectivos títulos de nobleza, viven fuera de Ecuador.
A finales de los 1 400, el “Emperador” Tupak Yupanki, por 10 años intentó invadir los dominios de los duchicelas, construyó Inga Pirca y le hizo un hijo a una “princesa” cañari: Huayna Capac, quien fue criado por la realeza cuzqueña, que le inyectó odio al norte. Cuando regresó convertido en “rey” invadió hasta llegar a lo que ahora es Riobamba y capturó a la “princesa” Pacha, con quien tuvo un hijo llamado Atahualpa, conocido como el último “emperador” del Tahuantinsuyo, que hoy muchos tratan de rearmar este “imperio”.
Consiente que una conquista se consolida eliminando a la familia “real”, los incas persiguieron a los ejércitos de los duchicelas hasta lo que hoy es Yaguarcocha: lago de sangre; donde degollaron a más de 40 000 personas.
A partir de la conquista española encabezada por la cruz y amparada por la espada, llegó el idioma escrito que nos da una historia verosímil, pues todo lo aquí narrado previo a la invasión cristiana, son mitos y leyendas orales, con poca o ninguna credibilidad por lo frágil de la memoria y la tendencia a idealizar el pasado.
Nuestra mítica, adorada e idolatrada “realeza” indígena es idéntica a la de los reyes de Europa, quienes sí tuvieron la inteligencia parasobrevivir hasta nuestros días, por lo que la muerte de la Reina Isabel II, bien merece ser respetada y sentida./GC