Por: Edwin Mosquera G.
Como es propio del País de Manuelito, lo que no existe se lo inventan a conveniencia, tras la desesperada y eufórica disolución de la Asamblea Nacional, los padres de la Patria se quedaron en el desempleo desnudándoles la investidura de poder momentáneo, convirtiéndoles en simples y comunes ciudadanos de a pie, ahora bien las críticas que recibió el Primer Mandatario, unas buenas y otras malas, de haberse apretado bien los machos y firmado el Decreto de muerte cruzada a quien benéfica es el cuestionamiento.
A más de leer los varios comentarios, explicaciones e insinuaciones perversas de varios constitucionalistas, unos de profesión, otros de oficio y algunos noveleros; en ciertas formas algunos acertados y otros si meando fuera del pilche que hasta se demandó la inconstitucionalidad de una facultad propia del Ejecutivo, que, para salvedad de los ecuatorianos, la Corte Constitucional desestimo de cajón, para mi criterio esas demandas no debieron ni siquiera pasar la puerta de ingreso al edificio.
En el corre y corre de las elecciones anticipadas, ya se observan ciertos candidatos oportunistas, salvadores de la patria y uno que otro delirante mesiánico que va a salvar al país, y lo peor aún las candidaturas para asambleístas, ya no son bailarinas, futbolistas, influencer o cualquier aparecido, ahora la necesidad laboral ha hecho que esto se vea como una vacante laboral, en la que el único requisito seria RESPIRAR y poder llegar a la Capital a sentarse en el despacho.
Si casi 10 veces el salario básico unificado no fue suficiente para que los Asambleístas del extinto Parlamento no les alcanzaba para poder vivir, que va a pasar con aquellos candidatos que se van a postular, acaso será un trabajo en parte Ad Honórem, con fondos propios que devengaran en el resto del periodo legislativo con algún votito por ahí.
Pues bien tenemos 8 días de campaña para escuchar los lineamientos de salvación, los discursos vagos y burdos y no faltara uno que otro que se rasgue las vestiduras hasta llegar a su curul para decir presente, sí o no a conveniencia, la política mientras tenga el tinte de ambición, de poder, de impunidad seguirá siendo el cáncer que carcoma a la nación y a sus ciudadanos.