– Hola, compadrito Indiscreto; vaya, vaya; veo que está leyendo. Le felicito compadre que se culturice.
– Hola, compadre Ulbio; es que está interesante este librito que me prestaron.
– A ver, a ver; déjeme ver de qué se trata. Ahhh… “La culpa es de la vaca”… muy interesante.
– Y, hablando de vacas; ¿sabía que se suspendió la audiencia por la acción de protección interpuesta por Raúl Tello.
– Bueno, pero eso… ¡¿qué tiene que ver con las vacas?!
– Que una persona que llega a dirigir una institución gubernamental se parece a una vaca subida en el techo de una casa.
– Y, ¿en qué se parecen pues?
– En que nadie se imagina cómo tremendo animal pudo haber llegado tan arriba.
– Eso sí, pero, ¿qué pasó con esa acción de protección?
– Que para el pasado martes estaba prevista la audiencia por la acción de protección interpuesta por Raúl Tello y otras entidades, por el tema de los setenta y cinco millones de dólares transferidos de la cuenta del Fondo Común a la cuenta del Ministerio de Finanzas.
– Y, ¿por qué no se instaló dicha audiencia?
– Porque, resulta que el abogado presentado por Tello para la defensa, ha sido invitado a la boda del matrimonio del que resulta ser el juez del caso.
– ¡¿En seriooo?! Jajajaja… O sea que han sido panas el juez y el abogado.
– ¡Repanas!!! Por lo tanto, al haber sido parte de ese pastel de boda, ya hay vicios de afinidad que ponen en entredicho la imparcialidad del juez, lo que pude llevar a que los acusados tomen acciones por “vicio de proceso”.
– Entonces, en este caso, la culpa no ha sido de la vaca sino del pastel…
– Tiene toda la boca llena de razón, compadrito Ulbio, a veces usted sí piensa cuando hace un esfuerzo.
– ¿Y usted dice que han de reclamar por “vicio del proceso”? Ele, eso ya no ha de ser por el pastel sino por las botellas que se han de haber mandado en la boda, jejeje.
– Así es, compadre, y además hay una foto circulando en las redes sociales, donde se puede observar al abogado junto al juez y otra persona en el momento de la boda, lo que da a entender que hay una afinidad entre los dos.
– Bueno, ¿y ahura? ¿Qué irán a hacer con este caso?
– No lo sé; Tello, inmediatamente quiso desistir de su abogado a fin de dar vialidad a la audiencia, pero ya el pastel se lo habían comido. Por lo cual, dando paso a la duda, se creó el conflicto y el juez tuvo que lamentablemente suspender dicha audiencia.
– ¡Y todo por un mugroso pastel!
– Pero más que el pastel, que si comió o no comió, quedó un sabor amargo; ya que pareció que todo fue una confabulación desde el gobierno para dilatar el proceso y dar largas al asunto.
– ¿Y por qué querría el gobierno esa dilatación?
– Pues, ¡¿por qué más va a ser, compadre?! ¡Porque no tiene la plata para devolver!
– Y, como ya le falta poco, se ha de querer ir sin pagar la cuenta.
– ¡Exactamente, compadre! En otras palabras, dejarle la pelotita al próximo gobierno para que sea éste quien asuma la responsabilidad.
– O más bien para que el nuevo gobierno se haga el desentendido, diciendo que como es nuevo nada tiene que ver con estos recursos.
– Y entonces… ¡Chao dinero de los amazónicos! Pero el juez debió portarse más pilas y también invitar a los de la otra parte. A lo mejor le traían hasta regalos de boda.
– Claro, y así todos comían del pastel.
– Del pastel y de la vaca, compadre; porque me imagino que en esa fiesta ha de haber habido unas buenas carnes.
– Claro, entonces ahí sí sería todo culpa de la vaca también.
– Otra vez tiene razón, compadre. Y a propósito, ¿sabía que yo tengo una vaca que puede saltar más alto que un árbol?
– ¡Ya, ya! ¡Le voy a creer! ¡¿Acaso me va a venir con que su vaca es biónica?!
– Nada de eso, compadre; porque, figúrese usted que todas las vacas pueden saltar más alto que un árbol… ¡¿No ve que los árboles no pueden saltar?! Jajajaja.