– ¡Aggg, compadre Indiscreto! ¡Qué berraco calor que hace! Ya no se soporta. ¿Qué le parece si mejor nos echamos una bielita? Para amainar la calor, digo.
– Bueno, compadre Ulbio; ya que insiste, no se le va a hacer desprecio. Ojalá no se aparezca otra vez su mujer y nos arme la grande, nomás.
– Unita nomás, solo para la sed, ya me dieron el ultimátum; pero una es ninguna. ¡Vamos compadre! Diga que sí.
– ¡Vaya para allá! ¡No sea embelecoso! Que ya lo conozco, luego se pica y de unita en unita llegamos a la jaba. Después nos metemos en problemas como los del MAG.
– ¡¿Cómo los del MAG?! ¡Ele! ¡¿Y ahura qué hicieron?! No me diga que ellos tampoco aguantaron esta ola de calor y se tomaron una chelita.
– ¡¿Una?! ¡La bodega entera, compadre! Y así mismo han empezado, como nosotros, uñita nomás.
– Pero… ¿Acaso ha sido en horas de trabajo o qué?
– Bueno, no precisamente; aunque viene a ser casi lo mismo. A ver, saque una para remojar la garganta mientras le voy contando.
– Aquí está ya, compadre; más rápido que flash. A ver, cuente… ¿Qué pasó con ese magicidio?
– Pues, resulta que a un grupo de técnicos los han enviado a Macas para una supervisión de producción; y entonces, han trabajado de manera normal hasta las cinco, que es su jornada. Pero ya de regreso uno de ellos dizque ha dicho: “Vamos a llegar muy noche a Puyo, mejor merendemos por aquí nomás, yo conozco una hueca donde hacen buena comida”.
– ¿Y se quedaron a merendar a las cinco de la tarde?
– ¡Ajá! Y mientras esperaban que les preparen la comida, no faltó un inquietoso, como usted, que les dijo: “Hasta mientras pidamos uñita, para la sed”. Y así, de unita en unita se hizo la jaba, la cual resultó muy poco para nueve, así que fueron por la segunda, y así nomás…
-Claro, no ha de ver sido solo una jaba, capaz que se fueron de largo estos bandidos, pero como ya estaban fuera de sus horas de trabajo qué importa.
-Ese no es el punto, tenían un salvoconducto hasta las ocho para que lleguen y guarden los vehículos. Pero se les ha hecho de noche y, según ellos, se pasaron una horita y llegaron a las nueve.
– Bueno, ya tomados a cualquiera se le va el tiempo. Entonces, como quien dice, ya cometieron una infracción; fuera de horario, con vehículos de la institución y tomados. ¡Chuta compadre!
– Pero entonces, compadre, como en este mundo las paredes tienen oídos y además son chismosas, no se sabe cómo el dato llega a oídos de la directora del MAG. Y, cuando ellos llegan muy felices en la noche, los estaba esperando la jefa, el gobernador … ¡La policía! Cosa que empezaron a revisarlos uno por uno; a que soplen, que se pongan en cuatro…
– ¡¿Les hicieron poner en cuatro?!!!!
– Me refiero a que hagan el número cuatro, no sea mal pensado. El caso es que se armó todo un alboroto.
– ¡Vaya susto que les han dado! Pero no me admira, no sería la primera vez. ¿Se acuerda lo del escándalo que se hizo cuando salió a la luz el tema de una orgipiñata al interior del MAG y las chicas le bailaban al mismo director subidas sobre su escritorio? Fue un escándalo todo eso.
-Pero en este caso no es director, es directora. Y, como ella misma ha dicho, no está para solapar a nadie. Y más con el gobernador allí, la policía, las evidencias y todo, ha comenzado el proceso de desvinculación uno por uno.
-Y todo por una cerveza… Y, ¿quién sería ese soplón o la soplona? ¿Cómo llegan las autoridades a enterarse justo para esperarlos a la entrada?
-Al parecer, en el grupo, había también técnicas mujeres, y una de ellas había olvidado su cartera en la oficina, y entonces llamó para que por favor le dieran sacando porque allí tenía las llaves de su casa, y ese fue el dato que le hizo hacer cálculos a la directora y darse cuenta que estaban sobre la hora.
– Lo bueno de esto es que al fin haya una directora que haga su trabajo como debe ser, sin solaparle nada a sus subordinados. Así que fuera en todas las instituciones públicas.
– Bueno, ni tanto. Porque dicen que ella tampoco ha sabido cumplir la Ley; porque, ahora le acusan de que los obliga a salir en fines de semana a las marchas a favor del gobierno en la capital y que les impone cuotas para el bus y que luego les hace paso con un día libre.
– ¡Ele! ¡Vainas! ¿Entonces…? ¡¿En qué quedamos?!
– Quedamos en que hasta ahí nomás, compadre. ¿Cuántas vamos tomando hasta el momento?
– ¡Puuu! ¡Ni media jaba, compadre! Pero siga con el chisme que está bueno.
– Párele la mano compadre, porque miré quién viene por allá… ¡Su mujercita, compadre! Ya le ha ido alguien con el chisme… ¡Capaz que fue uno del MAG! Jajajaja…