– Oiga compadre Indiscreto… ¿Y ahora qué vamos a hacer?… Se nos fue la Marujita…
– Así es, compadre Ulbio; aún puedo verla acomodando cada viernes los periódicos en los que nosotros estábamos.
– Sí, compadre. Siempre nos dejaba bien acomodaditos hasta la llegada de nuestros lectores.
– Tan linda y dulce; y acuérdese de los consejos que daba para el mejoramiento de los periódicos de la localidad.
– Eso es lo que nos animaba a esmerarnos en nuestra labor pintoresca.
– Y no olvide, compadre, que fue la hincha número uno del Cumandá.
– ¡Cómo olvidarlo, compadre! Siempre estaba con su banderita verdiblanca apoyando al equipo de sus amores. Si ella se reencarna lo mejor sería que fuera en jugadora del Cumandá, para ver si así asciende el equipo.
– ¿Usted cree en la reencarnación, compadre?
– Pues claro que sí, compadre.
– ¿Y uno se puede reencarnar solo en personas o también en animales?
– Pues sí, puede ser en persona o en animal, en lo que quiera.
– Porque a mi me gustaría reencarnarme en un animal.
– ¡Pero compadrito! ¿Para qué quiere repetirse? Mejor reencarne esta vez en persona, para ver si así entiende mejor las cosas.
– No sea así, compadre… ¿Y usted cree que doña Marujita pudiera reencarnarse en futbolista?
– Eso sería lo óptimo, compadre; porque ella tenía la pasión y la energía que se necesita para alcanzar la victoria. Y así debe ser un jugador o una jugadora, jugar con pasión por su equipo, que es lo que nos hace falta en estos días.
– Y usted cree que el Creador lo permita.
– No creo que el Creador se oponga, si con esa misma pasión ella le dice: “¡Me voy de nuevo a la Tierra y esta vez quiero ser jugadora del Cumandá!!
– Bueno, con que no se reencarne en política…
– Bueno, si es en política, pues no cabe la menor duda de que haría un mejor papel que aquellos políticos que han tenido la oportunidad de “servirnos” en los últimos años.
– Pero yo he escuchado que solo reencarnan las personas que aún tienen algo pendiente aquí en la tierra.
– ¡¿Y qué más pendiente puede ser que ascenderle al Cumandá a la primera categoría?! Era el equipo al que amaba y ese es un pendiente también es de la mayoría de puyenses… ¿No cree?
– Y usted, compadre… ¿En qué le gustaría reencarnarse?
– Pues bueno, como dijo un ciego, no veo dónde está el problema. Yo, lo que toque que toque; si soy un perro, no importa; total, ya tengo experiencia con la perra vida que me ha tocado vivir.
– Pero ha de haber algún animal que no le guste ser.
– Pues claro, lo que no me gustaría ser es un gusano; porque no quiero andar arrastrado como ciertos individuos que conozco pero no quiero decir sus nombres.
– ¿Y un animal que le gustaría ser?
– Pues, el caballo…
– ¿Y por qué el caballo?
– Pues, como dijo una yegua: “El automóvil nunca reemplazará al caballo”.
– Bueno, pero ya nos desviamos del tema, compadre. Estábamos hablando de doña Marujita.
– Usted tiene la culpa, siempre me anda desviando del tema… Que la reencarnación, que el perro, que el caballo; ni siquiera me deja decir las palabras con las que sinceramente quisiera despedir a doña Marujita.
– Bueno, pues… ¿entonces?
– Entonces sólo nos queda decir en nombre de todos quienes la conocimos: Gracias doña Marujita por su amistad, por sus palabras de aliento, por ayudarnos a ser mejores personas, por su fe, por dejarnos un recuerdo tan limpio, por su sonrisa amplia y transparente, por su risa fácil e inteligente, por su labor incansable en la difusión de la prensa gráfica, por la cordialidad con la que siempre trató a sus semejantes, por ser un gran ser humano. Gracias. Hasta siempre.