Parece increíble que tengamos que reconocer que en algo haya acertado Rafael Correa cuando calificó al Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH como lo hizo en su tiempo de mandatario, pero a la luz del informe totalmente sesgado, incompleto y tergiversado en muchas cosas sobre los acontecimientos de octubre del año pasado en Ecuador, se nos hace de claridad meridiana que esa comisión adolece de ceguera y de falta de probidad en sus investigaciones.
A pesar de su presencia en el país por invitación del propio Gobierno y de la múltiples entrevistas que sostuvieran aquellos días que suponemos se les informó de la grave crisis de inmovilidad y de la abusiva suspensión del agua en la ciudad de Ambato, a más de otros detalles respecto a la suspensión de las comunicaciones, cierre de vías, desabastecimiento de víveres, toma de las gobernaciones, no hacen mención adecuada a estos atropellos sin nombre que rayan en actos punibles para los grupos que causaron tamaña torpeza y para conocimiento de las autoridades de todo el país eso es violencia y afección a los derechos humanos.
El informe presentado por estos comisionados es usado parcialmente por los distintos actores según convenga a sus intereses para demostrar cuan angelitos fueron en los acontecimientos de octubre. Vergüenza es el tratamiento que dio la Asamblea a la investigación de los hechos en la comisión respectiva donde no fueron capaces de discriminar que es protesta y que es vandalismo emitiendo un mamotreto de informe donde todos son inocentes.
Nadie vio nada y octubre para los legisladores fue un Pase del Niño adelantado con voladores lanzados horizontales y una fogata con documentos incriminatorios que a muchos no convenía existan y que de paso en el jolgorio se quemó el edificio.
La Justicia tiene el turno para investigar todo cuanto tenga que hacer para que no se vuelvan a repetir hechos semejantes con cualquier justificación por derecho a la protesta constitucional que parezca.