Por: Punta de Lápiz
Existe un poema llamado ‘Desiderata’ (Max Ehrmann). Y entre sus hermosas líneas poéticas destacan: “…Enuncia tu verdad en una manera serena y clara/ Y escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante/ También ellos tienen su propia historia…” Abruptamente se nos viene a la mente si esta verdad poética se la puede aplicar al presidente de la Conaie, Jaime Vargas, y escuchar sus sandeces y permitir que cuente ‘su propia historia’.
Este señor que afirma con desparpajo y cual auténtico bobo de Coria, que es el ‘segundo mandatario’ de nuestra nación, demuestra cómo ciertos personajes, codiciosos de poder, entiende lo que es la democracia. Piensa, en su reducida capacidad de discernimiento, que por los aciagos acontecimientos de octubre donde paralizó a determinadas provincias, con actos de sabotaje y terrorismo, lo convirtió, sin más, en el “hombre más poderoso del Ecuador”
Vargas, que se cree con poder absoluto; prepotente y con la típica algarabía de una pava de monte declara: “no somos como cualquier ciudadano ecuatoriano, somos autoridad, presidente de la Conaie, que es como el segundo mandatario del país” ¿Desde cuándo el 7% que representa la población indígena impone mandatarios al resto de los 17 millones de ecuatorianos? Ridículo. Jaime Vargas debe entender que la CONAIE es una organización gremial y que el cargo que ahora ostenta, hierático, se lo dieron las comunidades indígenas y no el país.
Suponiendo que la ‘prensa corrupta’ sacó fuera del contexto sus declaraciones, va a Cuenca y la sigue embarrando; en forma más explícita dice: “Yo soy el presidente de los pueblos indígenas del pueblo ecuatoriano. El primer Presidente es Lenin Moreno. El segundo presidente aquí en el Ecuador es Jaime Vargas, presidente de los pueblos y nacionalidades”. ¡ Fatuo!
Es tan obvio que lo que busca, es la tarima politiquera. En su limitada concepción cree que el haber ‘tumbado’, en octubre, el Decreto 883 -que establecía el alza de los combustibles-, a través la presión de los actos terroristas, asaltos, y destrucción, lo convirtió, de la noche a la mañana, en el ‘mesías redentor’ que requiere nuestro país. Vargas cree que tiene el poder para hacer y deshacer. Se cree un émulo de Rafael Correa -por lo pronto ya usa las camisas bordadas- y como él, se creen predestinados.
¿Se puede siquiera concebir a un personaje safio como este señor, como el nuevo Estadista que dirigirá, los destinos de esta nuestra Patria, Tierra Sagrada?
Ya es hora que alguien le diga a Jaime Vargas, como lo hizo el Rey español Juan Carlos, a Hugo Chávez: ¡Porque no te callas!