Por: Byron Jonás Naranjo Cando
POLITÓLOGO – THE CITY UNIVERSITY OF NEW YORK
AECIP – Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política
Un barril de petróleo por debajo de los USD $30.00, exportaciones a grito desesperante, el FMI condicionante, el mercado con altos riesgos, y una economía que ya no aguanta más, es el amanecer de marzo para los ecuatorianos. El Presidente, ha puesto de manifiesto que, el pueblo no será quien pague las consecuencias de una década – de despilfarro y mucha propaganda, de cuando el gobierno se catapultó como: candidato, juez, y observador.
Una gran parte del pueblo ecuatoriano, en especial los pueblos amazónicos, sienten la angustia y la desesperación por promesas incumplidas, y sueños no alcanzados por décadas de explotación y poco – o casi nada de prosperidad – para nuestra región. Una extensa y verde Amazonía, al menos la que aún nos queda, observa impac
ente y sin otro afán que el de progresar en lo político, en lo social, y más aún en lo económico. Este sentimiento regional, grita fuerte y no tiene eco en lo nacional, pues los números no nos permiten la representación y el lobbying que necesitamos en la Asamblea Nacional. Lo único que ayuda a calmar los efectos que nos ha dejado más de medio siglo de explotación petrolera, es saber que algún día se terminará, y quedaremos peor o igual que cuando lo descubrió Texaco, allá en la década de los sesenta.
Y ahora han llegado días peores, pronósticos de que el precio estaría por encima de los USD $50.00 para el 2020. Al parecer, la tormenta todavía no ha llegado a tierras profundas, pues las medidas adoptadas hasta el momento por el gobierno nacional – no son suficientes para la gran depresión económica que ya sufre el país desde el 2016, cuando el oro negro puso nuevamente las cartas sobre la mesa. Claro que si se analizan los graves componentes mundiales de momento, el tema petrolero se torna mucho más obscuro; los organismos internacionales, y la misma China – prestamista número uno del Ecuador, no podrán negociar de mejor manera los pendientes financieros con el estado ecuatoriano, al menos hasta que la pandemia del coronavirus haya sido superado. A juicio, nuestro petróleo ha sido presa fácil del mercado internacional, y hemos quedado con el sinsabor de siempre: producimos, pero no tenemos la influencia y el cabildeo para negociar nuestro crudo en tiempos difíciles. Repito una vez más: Ahora o Nunca – buscamos rumbos alternos – para salvar la economía, o pronto tendremos una verdadera crisis económica, sin propuesta ni liderazgo