– “Tengo la camisa negra, hoy mi amor está de lutoooo…”
– ¡¿Qué le pasa, compadrito?! ¿Acaso se cree Juanes?… O más bien dicho “Ulbios”.
– ¡Ach, pues compadre Indiscreto! ¡¿Qué no ve que vengo de la marcha negra?!
– ¿No será de la mancha negra? Ya que usted siempre anda manchado como todo buen mecánico…
– Pero con la mala situación en la que estamos ni siquiera he tenido la oportunidad de mancharme, porque no hay camello. ¡¿No ve?! ¡Ando limpiecito!
– Eso sí, compadre; en su profesión la pulcritud en medio de la jornada de trabajo no es buena señal. Mientras más grasa haya en el overol, más billete en el bolsillo.
– Ya lo ve, compadre; a mí también, como mecánico, me conviene también el desarrollo turístico de nuestra provincia; por eso fui a la marcha y de negro, porque estamos de luto.
– Así vi el gran cortejo; todos vestidos de negro, con globos y gigantes listones negros, iban golpeando la puertas de las autoridades los comerciantes, artesanos, turísticos, constructores, hoteleros, restaurantes…
– ¡Y hasta los expendedores de licores!… ¡Que ya no dejan chumar al pueblo como otros tiempos, dicen!
– ¡Claro, pues compadre! Cómo va a ser justo que nos exijan que nos desinfectemos con alcohol por fuera… ¡¿Y por dentro ah?!… Por eso yo respaldo a los vendedores de licores.
– ¡¿Acaso usted cree que se pueda matar al virus ingiriendo alcohol?!
– Así es, compadrito. Ese es el mejor remedio; pero no hay que ingerirlo solo…
– ¡¿Y entonces?!… ¿Mezclado con limón?!
– No compadre; la receta es mezclarlo con otra cosa…
– Oigame no, compadre… Usted ya me está queriendo ver la cara.
– ¡¿Y para que voy a querer yo ver esa cara de zonzo que tiene?!… Yo le estoy hablando del único remedio efectivo para ese bicho; mejor que esa tal hidroclorixina ni se qué…
– ¡¿En serio dice compadre?!… ¿Y cómo hay que prepararlo?
– Verá compadre; se consigue el licor más fuerte que pueda, si es el Puro Puyo, mejor, y lo mezcla con ladrillo molido…
– ¡¿CON LADRILLO MOLIDO?!… ¡¿Y por qué hay que mezclarlo con ladrillo en polvo?!
– ¡No ve que ahí los virus se chuman y se agarran a ladrillazos!… Así se matan entre ellos y se acabó la enfermedad.
– Mmmmm… Sería de hacer la prueba… ¿Y si mejor les damos el trago y los ladrillos a las autoridades para que en lugar de lanzarse la pelotita sean ellos los que se lancen los ladrillos?
– No sea malvado, compadre. No ve que la Gober quiere que la próxima marcha sea blanca como nuestras almas; el alcalde, como en sus tiempos mozos, se va a matar estudiando las propuestas que le han entregado; y el prefecto dice que ellos están mejor que los rusos, preparando en su laboratorio científico una vacuna para reactivar el turismo de una buena vez…
– ¡Ay, compadre! Ojalá se pongan las pilas nuestras autoridades… ¡Pero ya!… Necesitamos soluciones inmediatas; no ve que estamos desesperados… Si yo fuera dueño de una licorera, capaz que ya me hubiera bebido toda la despensa de la angustia… ¡Estamos mal compadre!
– ¡Calma, compadrito Ulbio! No se me desinfle.
– Es que tampoco apoyan todos en esta lucha; no salieron todos los que son, y más bien se vio la presencia de algunos figuretis con aspiraciones electorales… Bueno, si ya no se puede vivir del turismo toca tratar de meterse a la política…
– Así es como se daña la gente; y después la vaca se olvida que fue ternera. ¿No ve? Quienes antes fueron emprendedores, y ahora por la política son autoridades, son los que mandan a reprimir a quienes tratan de ganarse unos centavitos, como si estuvieran cometiendo un crimen.
– Sí, compadre; las medidas deberían ser tomadas en mutuo acuerdo con la ciudadanía; reuniéndonos todos en asamblea, pueblo y autoridades. Y así colaboraríamos y pondríamos nuestro granito de arena para llevar esta situación de la mejor manera.
– ¡¿No ve, compadre?! Yo sí digo; usted sí piensa cuando hace un esfuerzo… A veces hasta me dan ganas de candidatizarle…
– No, compadrito, yo no serviría para la política…
– Sí hasta papanatas hemos mandado a representarnos en la Asamblea… Usted en cambio, con su experiencia como mecánico, podría cambiar el filtro de la justicia, arreglar el tubo de escape de la corrupción y poner de nuevo en marcha el motor de la democracia.