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¡A bailar con mucho ánimo!

por Andres Ortega

– “¡La cucaracha, la cucarachaaa… ya no puede caminar!!!”

– Ay, compadre Indiscreto; el que ya no puede caminar soy yo, con tanto feriado y tanta fiesta.

– ¡Animo, compadrito Ulbio! ¿No ve que estamos en la época del ánimo?

– ¡¿Aunque se nos hayan amishcado 75 millones?!

– ¡Claro pues, compadre! Por eso mismo nos hacen lo que nos hacen, por andar con cara de mushpas. Ya es hora de recobrar fuerzas, después de todo lo que hemos pasado; y qué mejor que empezar con una buena bailadita.

– Bueno, y aprovechando que nuestra provincia está en su cumpleaños número sesenta y cuatro.

– Así es, compadrito; y es la primera fiesta de la administración del ánimo, que prácticamente está botando la casa por la ventana para nuestra alegría.

– Ojalá todo salga bonito y no haya ningún percance; porque en el primer feriado de finados, la fiesta fue todo un éxito. La gente vino se divirtió y el prefecto saltó en chulla pata.

– Ahora se vienen las verbenas y para grandeza mayor se viene otro feriado, viernes 10 de noviembre, día de asueto por el cumpleaños de la provincia.

– Y no olvide que el lunes 13 también es día de asueto por la cantonización de Pastaza.

– Así que mi gente… ¡A bailar se ha dicho! ¡Con mucho Ánimo! ¡Y que viva Pastaza!

– Bueno, compadre; pero, ¿y si nos hacemos tarde y mi mujer me pregunta: “¡¿Dónde diablos andabas?!”

– Pues, ¡fácil!; le dice que estaba dónde Noé.

– Entonces me ha de preguntar: “¡¿Cuál Noé?!”

– Entonces usted le responde: “Noé de tu incumbencia”.

– ¡Y entonces ahí sí me cae el guantazo!

– Bueno pues, entonces sería también la primera pisa que le dan en la administración del ánimo, compadre.

– ¡Nooo pues así, compadre! Con esos ánimos cómo podría uno divertirse.

– En eso tiene toda la boca llena de razón; además, ¿qué culpa tiene la administración del ánimo de que usted sea tan mandarina?

– ¡Nada de eso, compadre; en mi casa yo soy el que dice la última palabra!

– De eso no me queda la menor duda; usted es quien dice: “Como tú digas, mi amor”.

– Es que mi esposita y yo somos inseparables.

– Eso sí, me consta, porque cuando se pelean no hay quien los pueda separar. Pero no sea zonzo, compadre; estas fiestas son para todas y todos los pastacenses, así que… ¡Lleve a su señora, pues! Y diviértanse juntos alguna vez en la vida.

– ¡Cierto, no! Con eso, después, no tendremos ningún problema.

– ¡¿No ve, compadre?! Así es como debe actuar, con inteligencia, con eso pueden llegar a tener una coexistencia más llevadera y con menos broncas.

– Sí, compadre; ojalá se resolvieran así los problemas políticos y sociales, con una buena bailadita.

– Este… bueno… no me imagino al Tellito bailando con la Llori para que nos devuelvan la plata a los amazónicos. En política se baila de otra manera.

– ¡¿Se baila lambada?!

– No, más bien algo parecido al mosh de los rockeros; empujándose como locos unos a otros.

– Pero, de vez en cuando se han de pegar su perreo.

– Eso también es cierto, porque a algunos políticos les encanta la gasolina.

– Y después no se acuerdan y si no se acuerdan no pasó, jejeje.

– El que no se acuerda es el pueblo, que le hacen tonteras y después vuelve a elegir a los mismos que les dejaron jodiendo.

– Es que al pueblo le gustan mayores, de esos que llaman señores…

– Bueno, no nos pangamos malumas antes de hora y mejor vamos a prepararnos para las fiestas. Así que vaya para su casita, invítele a salir a su señora y verá que la pasamos bien lindo bailando todos los ritmos posibles.

– Sí, compadrito; me voy volando y aquí estoy de regreso con mi señora más rápido de lo que canta un gallo.

– Bueno, tómese su tiempo, tampoco estamos desesperados; recuerde que a las mujercitas les gusta emperifollarse bien y eso toma tiempo.

– Sí, sí, compadre… ¡Y QUE VIVA PASTAZA!

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