– Oiga compadre Indiscreto… ¿Qué le parece la situación de nuestro país’
– Pues me parece, compadre Ulbio, que hay una sobredosis de viagra.
– ¡¿Una sobredosis de viagra?! ¡¿Y por qué dice eso, compadre?!
– Pues que todo se está parando, pues compadre. Primero se paró al correísmo, después se paró la economía y ahora parece que hasta nuestro adormecido pueblo empieza a pararse… ¡¿No ve?!… Todo se para, menos el Lenin por supuesto.
– Bueno, y aquí también se pararon nuestros amigos taxistas amarillos contra los taxistas ejecutivos… ¡Dicen que son piratas!
– ¡No le digo compadre! ¡Tanto viagra ya hasta nos está haciendo ver al capitán Garfio al volante de un taxi! ¡Esto está de película!
– ¡Pero cómo va estar de película, pues compadre! ¿Por qué dice eso?
– ¿No ha visto usted los Piratas del Caribe?… Pues ahora está viendo a los Piratas del Pastaza.
– ¡¿Pero acaso los taxis ejecutivos andan con una bandera negra con calavera o qué?!
– Tampoco andan en galeones destartalados, sino en modernos automóviles… ¡Con esto de que cada mes sube el galeón de súper!… Además, cuando uno escucha la palabra “ejecutivo” se imagina a una persona elegante y no al capitán Jack Sparrow.
– Bueno, eso sí. Lo que yo pienso es que cada tipo de taxis debe cumplir una función específica y bien determinada.
– ¡¿Usted piensa?! ¡Ese sí que es un milagro compadre! Pero tiene toda la boca llena de razón; el problema es que nuestra urbe aún es pequeña y de ahí que se generen estos problemas de competencia.
– Bueno, ojalá se solucionen estos problemas… ¿Y qué piensa del Paro Nacional?
– Pues, que ya es hora de ponerle freno a ese tal Fondo Monetario y sus atroces recetas que solo terminan por hundir a los países.
– Pero dicen que nos están salvando de no volvernos como Venezuela.
– ¡Claro pues! Nos salvan de volvernos como Venezuela pero nos quieren volver como Argentina, que también están jodidos y eso que el Trump no les anda sancionando ni boicoteando.
– ¿Por qué será que los gobiernos siempre terminan jodiendo al pueblo?
– Por la codicia de los poderosos, de los grandes empresarios, que ya quisieran que sus obreros y empleados les trabajen gratis y catorce horas al día; ese sería su sueño ideal… ¡Y los gobiernos son sus sirvientes! Y para quedar bien con sus amos tienen que tratar de acercarles a ese sueño.
– ¿Y por qué ese FMI anda imponiendo pendejadas a los países?
– Porque así generan un pueblo agobiado económicamente incapaz de reaccionar, una clase dominante feliz con más libertad para ganar más con menos esfuerzo y una sociedad conflictiva…
– ¡¿Y ellos qué ganan con eso?!
– Mientras nosotros andamos todo enredados y conflictuados ellos se apropian de nuestras empresas más rentables y de nuestros preciados recursos naturales.
– ¿Y cómo le hacen para apropiarse de eso que usted dice?
– Ahí está la trampa de la deuda; primero nos prestan dinero que tal vez no necesitamos, el cual de un modo u otro también irá a parar a manos de la oligarquía ecuatoriana, de tal manera que nunca podremos pagar.
– ¿Y por qué nos prestan si saben que no vamos a poder pagarles?
– Porque a ellos no les interesa que les paguemos, a ellos lo que les interesa es apropiarse de todo lo que produce riqueza, no solo de nuestras empresas y nuestro petróleo, sino también de nuestro trabajo; porque ahora tendremos que esforzarnos más para pagar más impuestos para pagar los intereses de esa deuda que ni siquiera tendremos la oportunidad de olerla.
– ¡Chuta! ¡Así nunca vamos a tener la oportunidad de desarrollarnos!
– Otra vez tiene toda la boca llena de razón, compadre Ulbio. Pero me parece que va a hacer falta mucho, pero mucho más viagra para que este paro agarre fuerza.
– Todavía andamos tibios, compadre.
– Pero nosotros sí que podemos agarrar fuerza, compadrito.
– ¡¿Pero cómo, compadre?!
– Pues, yendo a saborear nuestro consabido volquetero en El Obrero… ¡A ver quién nos para!