Por: Dr. Pedro Dávila Jácome
Estimado lector, tal vez le suene familiar que en la cotidianidad de su trajinar se encuentra con los siguientes pasajes:
1. Aguarda por su turno en la fila para atención bancaria, llega un NN y le dice “estoy detrás suyo guárdeme el puestito, ya regreso”.
2. En el mismo escenario llega el NN y se acerca al guardia de turno y le dice “me mandaron a cambiar la firma” e inmediato el diligente guardia (íntimo o conocido del NN o del cajero) lo hace pasar sin más a la atención inmediata de la ventanilla.
3. Circula en busca de un puesto de parqueo en la vía pública y se encuentra con que un NN parado en medio de un espacio libre le dice “está ocupado, no puede parquear, siga no más -cual dueño del puesto-”.
4. Hace una compra, paga en efectivo, le dan en exceso el cambio y sutilmente solo se va sin más.
5. Sentados en el bus, nos hacemos los desentendidos, ante la presencia de la mujer embarazada o el anciano para no ceder el asiento en cortesía.
Sin embargo, siempre resulta fácil ver la paja en el ojo ajeno y no en el de uno mismo.
Por ello la importancia de que en este nuevo año despojemos de nuestras ejecutorias “la viveza criolla” que nos ha identificado como “buenos ecuatorianos”.
Reinventarnos lleva una carga de emotividad y empatía para con nuestro entorno. En el acto de ponernos siempre en los zapatos del otro y en conciencia rectificar y reformular nuestras acciones.
La renovación y compromiso de reconocernos en los otros, nos lleva a la seria convicción de que solo de nosotros depende romper los intereses protervos y luchar por una sociedad más justa, solidaria y digna.
Qué en el 2020 el respeto, la solidaridad y la armonía sea el hilo conductor de nuestras acciones.
A propósito… de propósitos!