– ¡Vaya pues, compadre Ulbio! ¡Otra vez andando por la calle como zonzo! ¡Cuidado se caiga al hueco!
– ¡Oh! ¡Ay, compadre Indiscreto! Lo que pasa es que me acaba de pasar algo que me tiene intrigado.
– ¿Intrigado? ¿Acaso almorzó mucho trigo o qué?
– No, compadre. Es algo que me pasó en casa cuando fui al almuerzo.
– A ver, a ver; cuente compadre, ¿qué fue lo que le pasó ahora?
– Pues, figúrese compadre que ayer mi mujer me reclamó que por qué no arreglaba la luz del pasillo.
– ¿Y? ¿Usted qué les respondió?
– Yo le dije: ¡Acaso que soy electricista!
– ¡Ahhh! ¡Resabiadito, ¿no?! ¿Y qué le dijo su mujer?
– Nada, después me reclamó que por qué no arreglo el mueble de la cocina.
– ¿Y? ¿Usted qué les respondió?
– Yo le dije: ¡Acaso que soy carpintero!
– ¡Uyuyuy! ¿Y qué pasó entonces?
– ¡Nada pues! Que hoy llego a la casa y veo que la luz del pasillo y el mueble ya estaban arreglados. Entonces le pregunté a mi mujer que quién los había arreglado.
– ¿Y qué le respondió su mujer?
– Me contestó que se los había arreglado el vecino. Entonces le pregunté que cuánto le había cobrado.
– ¿Y qué le dijo?
– Me dijo que le había dado a escoger entre hacerle un pastel o acostarse con él.
– ¿Y? ¿De qué sabor le había hecho el pastel?
– Eso fue lo que le pregunté; pero me respondió: “¡Acaso que yo soy pastelera!”
– ¡Ay, compadrito Ulbio! ¡Usted sí que es un caso! Bueno, si a su vecino no le dieron pastel, al que sí le hicieron morder el pastel y hasta soplar las velitas fue al prefecto, por las sesenta y cuatro primaveras de nuestra provincia.
– Eso sí que estuvo emocionante… ¡Un dulce pastel para Pastaza!
– Pero ahora tengo que hablarle de un pastel menos dulce, más bien medio amargo.
– ¡¿De qué pastel me habla pues, compadre?!
– Pues, del pastel de la política, compadre. De aquel que ya muchos se andan repartiendo antes de hora. ¡Y hasta ya dizque se andan peleando por los mejores pedazos!
– ¿Acaso me está hablando usted de las luchas intestinas de los de ADN por cooptar los espacios de poder?
– Bueno, no se si estará en su ADN o si el pastel llegará a su intestino; porque se escucha por ahí que se van a quedar chupándose el dedo.
– ¡¿Y cómo así ahhh?!
– Porque, en las altas esferas, la negociación será con los asambleístas.
– ¡Otra vez se repite la misma historia!
– Así mismito, compadre. Pero, al que no le dieron ni pite del pastel fue al coordinador de campaña de ADN, que ya me lo han descolado de una y se ha quedado sin pan ni pedazo.
– Será “sin pastel ni pedazo”.
– Será lo que tenga que ser; pero, el caso es que ni la mismísima Guadalupe, que se creía más milagrosa que la virgencita del Quinche, ha podido hacer nada.
– ¡¿Ni siquiera ella?!
– Tal como lo escucha, compadre. Es que, con todo ese escándalo de los 75 millones desaparecidos, creo que el diablo se le durmió.
– ¡Chuuuzo! ¡Tremendo chanclazo le dieron por chancludo!
– Ahora la gran pregunta es: ¿Quién será el nuevo gober? Ya estamos como aquella vieja canción: ¿Será varón? ¿Será mujer? Jejeje.
– Pero, ya han de estar sonando algunos nombres, ¿o no?
– Nombres suenan; pero todavía no se sabe a ciencia cierta quién mismo será.
– Bueno, lo que Dios quiera por ser la primera vez, lo importante es que sea alguien nuevo, cara fresca, joven y que no haya estado en el mundo de la política.
– Tiene toda la boca llena de razón, compadre; porque ya estamos cansados de figuras recicladas que asoman nomás de un partido a otro y siempre sonriéndole al gobierno de turno.
– Así es, compadre… ¡Puro pastelero!