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Cárcel a los emplumados

por Andres Ortega

Por: Edwin Mosquera G.

El conocimiento popular está lleno de experiencias que a lo largo del tiempo se han ido recogiendo entre enseñanza y enseñanza para poder llegar a una conclusión muy pero muy cierta, la culpa no la tiene el indio, si no el que lo hace compadre, para el presente caso AUTORIDAD, pues si no se sabe desde cuándo, el pertenecer a un sector indígena garantizado y reconocido por la Constitución como  intercultural o  plurinacional se ha convertido en una investidura y garantía de inmunidad, o peor aún la errónea y mala aplicación del famoso Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, han generado que se cometan todo acto contrario a ley, con el pretexto de gritar que son indios, ni siquiera conociendo el significado y la diferenciación entre indio e indígena.

Pues bien, una vez más el tiempo se ha encargado de demostrar que una corona de plumas o una wipala no representa honestidad, al igual no lo hace un terno, camisa o corbata, pero para el caso de un común y corriente mestizo se ha visto que no existen los beneficios propios que se ofrecen a un auto denominado perteneciente a un pueblo originario, acaso eso no es un acto discriminativo? o peor aún no es un acto de segregación al que ellos tanto hacen referencia que han sufrido durante años?, entonces en donde carajo esta la igualdad formal y material para la gente que no nos disfrazamos o nos aprovechamos de un ascendiente para obtener un beneficio.

En este poco tiempo, ya se han identificado a tres autoridades de gobiernos seccionales sancionadas penalmente; Taisha, Arajuno y Méndez y no precisamente por actos de buena fe o acciones que hayan sido en beneficio de la comunidad o de sus electores si no de aspectos personales que como siempre se han demostrado que investigados, procesados y sentenciados siguen viviendo en sus humildes chozas en sus comunidades en donde como reyes no pueden ni deben ser molestados; y eso que no hacemos énfasis con los otros negocios ilegales que manejan como el tráfico de tierras, la minería ilegal, el tráfico de menores, tráfico de animales y que al ser descendientes de la Pachamama son intocables o peor aún inimputables.

Pues bien, así estamos esperemos que al final del año, los centros carcelarios no tengan que cambiar el distintivo enterizo naranja fosforescente por taparrabos y coronas de plumas, ya que imagino que en prisión también exigieron que se respete la interculturalidad, su vestimenta propia, tipo de alimentación y demás exigencias propias de estos aprovechadores.

Recordemos, que una camisa con corbata, un terno, una corona de plumas o un taparrabo no te hace más o menos digno, si no la labor de servir y de trabajar en beneficio de los demás, de ser útil para una sociedad, cambiar la hamaca y la chicha por una oficina y café, debe ser frustrante a cambio de un salario moderado.

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