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CÁRCEL POR TATUAJES

por Andres Ortega

En el intento de homologar o copiar las políticas de El Salvador, el ejecutivo ha planteado reformas penales que plantea Daniel Noboa acercan a Ecuador al modelo de seguridad de Nayib Bukele, teniendo en consideración que el modelo de seguridad del país en cuestión goza de aceptación popular y se han visto los resultados tanto en sus niveles de seguridad, así como también en la impresión mundial que se tiene de aquel país.

Pues bien, no se puede hablar por hablar o pretender que se lance mierda con ventilador, si previo a ello se debió tener conocimiento de las situaciones diferentes entre países y culturas, por ejemplo, El Salvador existían en el país había casi 120.000 pandilleros: la Mara Salvatrucha tenía 78.000 y la Barrio 18,000 con sus dos facciones, unos 41.000, ahora bien, quienes eran ellos.

La Mara Salvatrucha, o MS13, es quizá la pandilla callejera más conocida del hemisferio occidental. Aunque sus orígenes se remontan a los barrios pobres y repletos de refugiados de Los Ángeles en la década de 1980, es una organización criminal predatoria que vive principalmente de la extorsión. Pero la resiliencia de la pandilla se debe a sus fuertes lazos sociales, que se crean y refuerzan mediante actos de violencia dirigidos principalmente contra sus rivales y entre sí.

Sus actividades han contribuido a hacer del Triángulo Norte —Guatemala, El Salvador y Honduras— uno de los lugares más violentos del mundo por fuera de zonas de guerra. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos calificó al grupo como una “organización criminal transnacional”, la primera designación de ese tipo para una pandilla callejera de Estados Unidos, pero los ingresos ilícitos de la MS13 no se acercan siquiera a los de sus homólogos en la lista.

Desde entonces, el gobierno de Estados Unidos ha ido un paso más allá, acusando de terrorismo a más de una docena de líderes de la MS13 en El Salvador, lo que ha significado un impulso sin precedentes en la lucha del país contra las pandillas callejeras internacionales. La pandilla ha sufrido un golpe casi mortal en su patria espiritual, El Salvador, tras las históricas medidas de seguridad aplicadas por el gobierno del presidente Nayib Bukele, que han llevado a la cárcel a cerca de dos tercios de sus miembros.

La característica primordial en la identificación criminal de las bandas han sido los tatuajes siempre y cuando cumplan ciertos requisitos, esto no solo una imagen, si no un logotipo, letras, números o símbolos específicos inclusive hasta grados jerárquicos que sean apreciables por la sociedad y por la presunta organización.

Ahora bien, qué tan criminal es pretender criminalizar el arte plasmado en la piel de los sujetos, de donde nacen los tatuajes, se remonta hasta la prehistoria, en donde se creía que el hecho de grabarse la figura de un animal evitaba recibir su ataque.  Se considera que el primer tatuaje data de hace 5.000 años. Se encontró en dos momias egipcias, cuyo pueblo, se cree, fueron los inventores de los tatuajes. El objetivo de su práctica era médico: igual que grabarse la figura de un animal ahuyentaba sus ataques, tatuarse también podía servir para prevenir la enfermedad.

Así, el origen del tatuaje se sitúa en Egipto, donde ya desde sus inicios se les otorgaba un simbolismo importante. Pero no sólo encontramos evidencias de esta práctica en el antiguo Egipto, sino que ya en el año 1.000 a.C. los japoneses se tatuaban. Esta práctica estaba asociada a criminales y delincuentes, que presumían de sus logros y de su carácter con estas marcas. Por el contrario, en la Antigua China se empleaban como decoración y por motivos estéticos.

Desde la génesis del mismo, se ha considerado una marca que identifica y se diferencia del común de la gente, hasta ahora convertirse en el arte plasmado en la piel de un ser humano, que a sufrido muchas variaciones desde su forma de hacerlo hasta en diseños formas y figuras, entonces que criminalización se pretende tener a un sujeto que guste de este tipo de arte, no se puede condenar una práctica cultural o artística, por capricho o copia de un modelo que fue creado y aplicado para esa sociedad en esas bandas o grupos delictivos organizados, que se identificaban plenamente con aquello.

La lógica no pide fuerza, primero no solo se deben declarar estados de excepción o de emergencia y a la voz del carnaval encerrar o dar de baja así por así, para después indicar que han sido líderes de las GDOs, si no hacer un estudio de nuestra población de la cultura criminal, que aquí no se identifican las bandas por tatuajes o símbolos corporales, si no que la identificación de ellos es territorial, no por que un ciudadano tenga tatuado un lobo pertenece a una organización criminal o por tener un león es chonero, si no existen simbología explícita en los mismos como las palabras LOBOS o CHONEROS, que no es lo mismo que una imagen impregnada en el cuerpo.

Lamentablemente la ideología política actual se a visto empañada en contubernio con ciertas bandas criminales y siendo claros estas cabecillas no poseen tatuajes, pero tal vez en su insignia de oro, anillos o relojes si está plasmado la nomenclatura de la banda y las bases las personas ejecutantes son quienes, en su intento de pertenencia a la banda, quienes directamente serían los afectados penalmente.

Los tatuajes son historias del corazón, escritas en la piel.

Edwin Mosquera G.

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