Ante la pandemia que azota la provincia, el país y el mundo, el cementerio municipal, desarrolló un protocolo estricto para la inhumación de los cadáveres que vayan a llegar, por circunstancias del Covid-19 o por otras razones de fallecimiento.
Según explicó el administrador del cementerio municipal, Andrés Tapia, el plan se desarrolló con base a las resoluciones del COE nacional y los lineamientos del Ministerio de Salud Pública, para resguardar la salud de los trabajadores y la ciudadanía en general.
Las indicaciones iniciales, señalaban que todos los cadáveres cuya muerte fue por Covid-19 o por presunción, deben ser incinerados. Más adelante, las indicaciones fueron que los cadáveres pueden ser sepultados bajo tierra a mínimo 1,5 metros de profundidad, pero, en el caso de Puyo, no es posible porque al cavar 80 centímetros de profundidad ya se observa la presencia de agua. Además, el cementerio está cerca de un estero pequeño que desemboca en otro, como es el estero La Talanga.
Por ese motivo, el proceso de inhumación será en bóvedas y el proceso es el siguiente: Una vez que llegue el féretro, este será desinfectado con amonio cuaternario de quinta generación, acto seguido se colocará en la bóveda. El espacio que queda libre será saturado con aserrín fino y óxido de cal, con el objetivo de que absorba eventuales derrames de fluidos (el aserrín), mientras que el óxido de cal, al ser virucida, fungicida y bactericida cumplirá su función. Finalmente, el respectivo sellado.
De esta manera el cementerio se encuentra preparado y es la aspiración que estas medidas sean preventivas y que no haya la necesidad masiva de los servicios de inhumación por la circunstancia de la pandemia que azota al mundo. En estos últimos días, no han llegado cadáveres con Covid-19 o presunción (GT)