– ¡Compadre Indiscreto! ¡¿Dónde se me ha perdido todo el día?! Yo busca que busca y usted nada que se asoma.
– ¡Ay, compadre Ulbio! ¡Ni sabe! Vengo de la ceremonia de posesión de las nuevas autoridades.
– ¡¿Ah sí?! ¿Y…? ¿Qué vela tiene usted en ese entierro? ¿O es que anda tras de algún puestito? A ver, cuente, ¿cómo estuvo ese rollo de posesión?
– ¡Chuta, compadre! ¡Una ceremonia del hijues! Mucha pompa, mucho folklor y lágrimas de emoción. ¿Vio en la tele cómo fue la ceremonia de coronación del rey Carlos III en Inglaterra? Pues fue como una réplica de eso, jeje.
– ¡Ya empezó con sus exageraciones, compadre!
– ¡Nada de eso, compadrito! Si había curas y pastores de diferentes religiones que oraban por el prefecto, su esposa y la vice; shamanes y curacas que hacían sus ritos de purificación y limpia…
– No me diga que hasta le impusieron corona.
– ¡Claro que sí! Aunque no de oro y diamantes, de plumitas nomás; pero, al fin, corona sobre su cabeza. Hasta le dieron cetro, o mejor dicho báculo como señal de mando, y la medalla que evoca el espíritu de los ancestros.
– Fascinante. ¿Y todo eso le hicieron al prefecto? Pero, si no es de Pachakutik. ¿Será que se equivocaron? Y en vez de investirlo al alcalde, que sí entro por Pachakutik, lo hicieron con el prefecto.
– Bueno, como de los dos era al mismo tiempo, el uno en el Coliseo Municipal y el otro en el Centro Municipal de cultura, para mi que se confundieron de personaje y le invistieron al equivocado, jeje.
– Allí sí, no sé, compadre. Pero lo que es al Rambo, que viene de las filas del Pacha, más bien ni le han hecho nada. de nada: ¡ni limpia, ni purificación, ni bastón de mando ni corona ni nada! Pero al prefecto todo eso y más.
– Ojalá no suceda que más tarde regresen a decir, señor prefecto disculpe, nos hemos equivocado, devuelva la coronita, el bastoncito y la medallita; porque no ha sido para usted sino para nuestro alcalde de Pachakutik.
– Jeje… ¡Qué fuera que todo eso sucediera! Jeje… ¡Que chasco! Oiga compadre, y ¿de discursos qué tal?
– ¡Uuu! Los discursos igual que la ceremonia: puro folclor, palabras bonitas y bien adornaditas, Granda por ejemplo anunció el fin de la década de la coima y el soborno, ahora todo será en modo transparente y firmó una declaratoria que la llamó código de ética
– Como quien dice, para que no haya más arreglos por debajo de la mesa y las consabidas triquiñuelas a las que muchos funcionarios ya están acostumbraditos.
– Exáctamente, compadre…
– Chuuuta, pero eso sí como que no me convence.
– ¿Qué cosa pues, compadre?
– Es que los otros también han iniciado con el mismo discurso y al poco tiempo terminaron como quien dice escupiendo hacia el cielo y mas tarde que temprano les cayó en su misma cara. Y cuando ya no pueden sostener su discurso de puros, transparentes, de manos limpias y virginales, empiezan a lanzar sus cortinas de humo.
– Así mismo es comprade, pero no hay que perder la fe. Por lo menos, siempre hay una excepción que confirma la regla…
– ¡¿Y qué tiene que ver con esto la menstruación?!
– Que al pueblo siempre le sangran aunque en pequeñas cuotas mensuales. Otra cosa trillada es la del barrendero; todos llegan con escoba dizque a barrer la casa y poner orden porque todo está patas arriba; todos empiezan una administración de puertas abiertas… ¡Mejor cerrarán! Porque ahora hay harto choro.
– Yo me digo, ya tantos años poniendo la casa en orden, debería ser un lujo para todos… ¡Pero nada!
– Granda ofreció ser el redentor del sector indígena, olivado por tantos años y relegados en todos los sentidos, por ello, creará el departamento de las nacionalidades, para fijar su atención en ellos y ayudarlos, Rambo, en cambio, no se proclamó redentor, sino que ofreció construir un monumento al Redentor…
– Jajaja, como ese de Río de Janeiro, jajaja.
– Claro, a lo mejor le recuerda a las garotas. Mientras Granda también ofreció crear el proyecto Warmi Pastaza para ayudar a las mujeres vulneradas y víctimas de la violencia;
– Pero el Rambo dice que va más allá y creará un proyecto donde cada warmi de las nacionalidades tenga su espacio para exhibir su cultura, tradiciones, artesanías y rica gastronomía y todo eso en el llamado mega parque de la familia.
– El que se va ha ir más allá es usted, compadre; porque ahí viene su warmi y parece que trae garrote en mano. ¡Yo mejores me voy! No quiero ser testigo de un acto de violencia de género, que allí si, ni Cristo Redentor lo salva.