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CONSULTA POPULAR O REFERÉNDUM.

por Andres Ortega

POR: Edwin Mosquera G.

El viejo adagio popular dice que los pastusos la cagan a la entrada o a la salida, entendiéndose como pastusos no la gente de Pasto, sino más bien al común y corriente ciudadano necio, que poco o nada le importa el qué dirán de la gente y que, más bien, cegado en su omnipotente capricho la caga una y otra vez; En qué cabeza cabe que con menos de un treinta por ciento de aceptación se pretenda realizar una consulta popular que más bien parece u referéndum pero en realidad es una mescolanza de temas que no tienen sentido propio.

Ahora bien, primerito deberían establecer la categorización de consulta popular y referéndum, con estos términos claros sentarse en el Salón Amarillo con sus “iluminados” asesores y consolidar la idea de lo que quieren hacer, para posterior establecer una problemática y consecuentemente justificar los cuestionamientos que se realizaran en los comicios electorales.

De las ocho magnificas preguntas que se pretenden realizar, dos están entendibles y un poco claras (ojeando las 470 páginas de justificación), más, sin embargo, el común ciudadano de a pie desconoce el sentido de los cuestionamientos, es decir, si los eruditos asesores están como el Clavo de 8, como se pretende limitar a un cuestionamiento ciudadano con bases nefastas en una papeleta.

Haciendo remembranza tras las payasadas y arranchones qué se protagonizaban en el Ciccas, deja mucho qué decir del por qué tanta pelea por sentarse al frente del Poder del Estado, por otro lado, se pretenden otorgar de autonomía administrativa a la Fiscalía General del Estado opción qué no solo se debería centrar en esa Institución si no en todas aquellas qué cualquier baboso con el título de asambleísta ahora pretende enjuiciar.

Y, por último, el resto de preguntas están supeditadas a un marco legal supra constitucional he infra constitucional que no solo se debe analizar con una raya en un papel, a sabiendas que existen pactos y convenidos que hay que respetarse y no pretender con ocho preguntitas ser el Salvator Mundi en las crónicas de una muerte anunciada en su gobierno

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