– “Llegando está el carnavaaaaal…”
– ¡Éle!… ¡Que´s pues, compadrito Ulbio!… ¡El carnaval ya se fue!
– Pero todavía no se ha ido la alegría, compadre Indiscreto.
– Bueno, eso sí; hasta que el Lenin no nos salga con otra pendejada debemos estar alegres.
– Después de la alegría viene el balde de agua fría, compadre.
– El balde de agua fría ya se lo echaron, compadre; por carnavalito.
– Eso sí, compadre; hay que aprovechar el carnavalito para darse un bañito…
– Pues claro, si usted solo en carnaval se baña, compadre. No sea cochino, báñese más seguido… ¡Si hasta ahora no se le ha borrado la ceniza de la frente.
– Es que quiero estar toda la semana bendecido, compadre; por eso no me lavo la cara.
– Bendecido, bendecido… ¡Bah!… Con ese aspecto espanta a la clientela, compadrito.
– Pues ya, compadre, deje de criticar; mejor cuénteme qué tal pasó este carnaval.
– Empapado, pues compadre…
– Eso no es novedad; usted siempre anda empapado de todo el acontecer local, nacional e internacional.
– Sí, pero esta vez he pasado empapado de agua, espuma de carnaval, huevos, maicena, tinta y todos esos artilugios que la gente saca a relucir para la guerra carnavalera.
– ¡No me diga que ni usted se libró de que le manchen!
– Pues, sí le digo, compadre… Todos los años anteriores he refunfuñado con este juego que me parecía de salvajes…
– ¿Y ahora?
– Pues ahora mejor me dije: “Si no puedes contra ellos… ¡Unete a ellos!” Así que mejor yo también preparé mi propio arsenal bélico y salí a mojar y manchar sin miedo…
– Y usted que era un hombre sin mancha…
– Y sigo siéndolo, compadre; lo que pasa en carnaval se queda en carnaval; ya que el Martes de Carnaval es por decreto no oficial el día en que el pueblo se desahoga de todas las embarradas que le hacen las autoridades de turno.
– ¿Cuáles embarradas?
– ¡¿Le parece poco que siempre estén tratando de sacarle la plata al pueblo?! Como si no hubieran ya las respectivas asignaciones y presupuestos correspondientes… ¡Se inventan nomás impuestos para meterle la mano al bolsillo de los ciudadanos!
– Sí, eso es una barbaridad, compadre.
– Una barbaridad y una cochinada que no se quita con ningún baño carnavalesco… Después andan poniendo letreros de obras supuestamente realizadas por tal persona, cuando es el pueblo el que las paga y con todo sobreprecios.
– ¿Y el desfile, qué le pareció?
– Es el espectáculo del pueblo, aunque no se pueda comparar con los de otros lares…
– ¡Ele! ¡Usted ya quiere que tengamos un carnaval como el de Río!
– Ni tanto compadre, si yo me río del carnaval de Río; pero al menos que fuera como el de Riobamba.
– Mejor como el de Ambato, que es famoso a nivel nacional.
– Nuestra economía es pequeña para un carnaval de tal magnitud; pero podemos ser creativos y hacer cosas bonitas utilizando nuestros propios elementos y recursos culturales.
– Sencillo pero bonito.
– ¡Esa es, compadre! Todo es cuestión de sentarse a diseñar unas nuevas fiestas carnavaleras y que ojalá algún día lleguen a ser famosas como el carnaval de Guaranda.
– Y con nuestra propia chicha de chonta y chontacuros.
– Y maitos, y tilapias y supervolqueteros y muchos eventos culturales y artísticos para que nuestra ciudad se llene de turistas.
– ¡Párele, compadre! ¡Ya estamos volando mucho! Por lo pronto tenemos que conformarnos con lo que hay…
– Por lo pronto, compadre, por lo pronto; pero nunca debemos perder de vista ese porvenir maravilloso en que pueblo y autoridades, llenos de entusiasmo, elevaremos a nuestra querida Pastaza a niveles nunca antes vistos…