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Dieguito, no parece que te has ido…

por Andres Ortega

Por: Gustavo Tuston

Una enfermedad pulmonar adquirida años atrás, perjudicó su estado de salud, que sumado al virus que circula en estos tiempos, cobró la vida de Diego Armando Morocho, inolvidable amigo y profesional, que será recordado por todos quienes tuvieron el gusto de conocerlo.

Personal de Semanario El Observador, imprenta Jesús del Gran Poder, viven momentos extremadamente duros, por el dolor indescriptible ante la prematura partida de quien en vida fue el Ing. Diego Armando Morocho Lemache, hijo de don Luis Morocho Janeta y María Lemache.

Aunque nació en la ciudad de Riobamba, desde la infancia vivió en Puyo. Solo para prepararse en la Escuela Politécnica de Chimborazo retornó a Riobamba donde obtuvo el título de ingeniero en sistemas. Desde entonces se incorporó a la imprenta y el periódico de propiedad de su padre, pequeñas empresas en la que llegó a ser el brazo derecho y el dinamizador de todas las actividades.

Una enfermedad pulmonar adquirida años atrás, perjudicó su estado de salud, que sumado al virus que circula en estos tiempos, cobró la vida del inolvidable amigo, la madrugada del 21 de noviembre de 2020.

La infausta noticia llegó de manera inesperada y enseguida se hicieron presentes los mensajes de solidaridad de cientos de ciudadanos, colegas de medios de comunicación, como el Informativo Primicias de Olímpica, radio Mocawa, radio Aventura, Radio Mia; e instituciones públicas y privadas como la CACPE-Pastaza, Clinica GADYTRA, el GAD Provincial de Pastaza, la Asociación de comunicadores sociales Rimay Puyo. También se hicieron presentes con sus ofrendas florales, el Club Cumandá, la Asociación de Publicistas, de Diseñadores Gráficos, entre muchas otras personas naturales y jurídicas.

Tras la cremación, sus restos mortales fueron velados en la funeraria Cando de la ciudad de Puyo y la misa para darle el último adiós se celebró en el mismo lugar, el domingo 22 de noviembre, con aforo limitado, debido a la circunstancia de la pandemia que azota el mundo. Fue evidente la profunda tristeza de sus familiares y allegados. Las palabras de apoyo moral de las personas que se hicieron presentes, sea de manera presencial o por vía electrónica, ayudaron a sobrellevar la difícil experiencia.

En una corta intervención al público tras la misa antes los restos mortales del fallecido, su padre, don Luis Morocho con la voz ente cortada, pidió a Dios la fortaleza para sobrellevar el dolor desgarrador que embarga a la familia y comentó que Diego siempre estuvo contribuyendo activamente en el hogar y en el negocio familiar, por lo que se le extrañará mucho. Quedará un enorme espacio vacío que jamás podrá ser reemplazado.

Dieguito Morocho, como sus allegados le decían cariñosamente, se caracterizó por ser un joven sensato, tranquilo, colaborador y proactivo, nunca tuvo problemas con nadie y siempre fue correcto en todos sus actos, por lo que se ganó con sobrados méritos el aprecio de cientos de ciudadanos que tuvieron la dicha de conocerlo. Con solo 35 años, sin compromiso marital y tampoco descendencia, un hombre valioso deja su presencia terrenal. El único consuelo, es saber que el todopoderoso lo tendrá en su gloria.

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