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El arte y las historias de Galo Brito

por Andres Ortega

“Aparte del Día del Pasillo, debería haber un día dedicado a cada genero de la música ecuatoriana”

Nació con el arte que lo heredó de su padre que era un gran guitarrista. Aunque no tuvo la oportunidad de estudiar en el conservatorio de música, dominó la guitarra al punto de tener la capacidad de componer sus propias canciones, de las mismas, que es el autor. También tocaba dulzaina y rondador. Amante de la música mexicana, las coplas, huapangos, rancheras y corridas, que le sirvieron de base para sus creaciones.

Galo Brito Garcés, es uno de los artistas que han hecho historia en la provincia de Pastaza y estuvo en el set de entrevistas de El Observador, con el acompañamiento de las cuerdas de Luis Solís y Abel Castillo, a propósito del Día del Pasillo ecuatoriano el pasado 1 de octubre, quien compartió detalles de su vida y también canciones.

Oriundo de Constantino Fernández una de las parroquias rurales del cantón Ambato, le atrajo la Amazonía ecuatoriana cierto día de feria en la Plaza Urbina de Ambato, en el que conoció el delicioso aroma de la guayaba y la naranjilla fresca, que otros comerciantes traían del oriente ecuatoriano. Vino a los 21 años a Pastaza decidido invertir todos sus recursos en la adquisición de tierras (parroquia Shell), que las transformó en su finca, superando una serie de tropiezos y dificultades.

Contrajo nupcias a los 21 años de edad y luego vinieron los hijos. La necesidad económica le obligó a salir del país y así viajó a los Estados Unidos. Lejos y solo en el extranjero, le vino la nostalgia y ese sentimiento de nostalgia le sirvió para inspirarse y componer su primer pasillo que lo dedicó a su madre, debido a que falleció en la distancia y él estuvo impedido de estar presente en el último adiós.

Regresó a Puyo luego de haber transcurrido casi dos años, extrañaba mucho a sus hijos y por ellos, para financiar sus estudios, buscó nuevamente viajar, pero, las puertas esta vez se abrieron para la ciudad de Toronto – Canadá (1972). No tuvo dificultades con el idioma, ya que la mayor parte del tiempo mantuvo contacto con italianos, cuya lengua es similar al español.

La vida le sonrió cuando otro emigrante latino, tenía una guitarra con amplificador, pero no sabía tocarla con armonía, ahí fue que nuestro personaje, procedió a entonar y a cantar. La guitarra y la buena voz que aún conserva nítida, le abrieron las puertas. Alternaba la música con labores de construcción.

Reconoce que solo tuvo instrucción primaria, pero leyó todo lo que llegó a sus manos, eso le sirvió para tener la capacidad de componer las letras de las canciones. Ha tenido un sinnúmero de presentaciones y es socio de número de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo de Pastaza, quien le entregó un reconocimiento por su brillante trayectoria.

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