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El chequezote y el chequecito

por Andres Ortega

– ¡¿Y, compadre Indiscreto?! ¿Qué anda haciendo, pues?

– Aquí nomás, compadre Ulbio, confeccionando una billetera.

– Usted siempre exagerado, compadre. ¿No le parece que esa billetera está demasiado grande?

– Ya le he dicho tres millones setecientas mil veces que yo no soy ningún exagerado.

– Entonces, ¿por qué hace una billetera tan enorme? ¿Acaso es para un gigante o qué?

– Ningún gigante, compadre; esta billetera es para guardar el chequezote grandote ese que el señor prefecto anda presentando en las comunidades.

– ¡¿Chequezote dice?! A ver, a ver, otra vez sigue con las exageraciones. ¿Cuál chequezote?

– ¿Acaso no se ha enterado? El prefecto está recorriendo las comunidades luciendo un cheque simbólico, entregado por el presidente, con recursos de la CTEA, por cerca de cinco millones de dólares para el asfalto en la vía Chuwitayu – Chapintza – Kumay.

– Bueno, si es de cinco millones, pues sí que es un chequezote.

– Pues más chequezote es por el tamaño. ¡Imagínese! ¡Un cheque de a metro!

– Pero, como usted mismo dice, es solo un cheque simbólico; como usted, jeje.

– Más bien será sintético, como su hermana, jojo. Pero bueno, el caso es que, para tranquilidad de los moradores de las comunidades, ha sido necesario mostrarles el chequezote, para que sepan que esta importante obra no se va a detener.

– Sí, porque la gente en seguida se deja llevar por rumores y se inquieta.

– Así es, compadre, porque la semana pasada salieron moradores de la comunidad de Kumay a reclamarle al prefecto por la continuidad del asfalto, de la misma manera que también salieron pobladores de la vía a Curaray que también están molestos por la paralización del proyecto de asfalto.

– Bueno, sirva el chequezote para que la vía se haga realidad.

– Y, lo mismo dizque ha sucedido con el Rambo; que ha recibido cerca de ochocientos mil dólares para un proyecto de agua potable en Bellavista.

– Pero él no ha llevado el chequezote, sino más bien un chequecito.

– Es que ese cheque no ha sido tan grande como el otro, pues.

– Por eso, el Rambo, mejor cogió su chequecito y calladito se fue a sentar y luego lo guardó, sin mucha pompa.

– Lo importante, compadre, es que las nuevas autoridades continúen y terminen las obras de las administraciones anteriores para que el desarrollo de nuestro cantón y nuestra provincia no se detenga.

– ¡Compadre Ulbio! ¡Me admira! A veces usted se expresa como un verdadero político y hasta da ganas de lanzarle como candidato.

– Uy, sí; porque yo también quisiera que me den un chequezote, porque mi mujer me pide siempre dinero. La semana pasada fueron trescientos dólares, ayer seiscientos y hoy… ¡viene y me pide mil!

– ¿Y qué hace su mujer con todo ese dinero?

– No lo sé, nunca se lo he dado…

– Jeje; está mejor de ir donde nuestro amigo, el de la imprenta, para que nos dé haciendo un chequezote, así de grandote, para que le entregue a su mujer; porque si no su vida corre peligro.

– Pero tendría que ser solo un cheque simbólico, porque plata no tengo.

– Sea simbólico o sintético, nomás lo hacemos de diez dólares.

– O sea que por su tamaño va a ser un chequezote, pero por la cantidad va a ser un chequecito.

– Eso es lo que se llama “marketing político”, compadre, que usted debe aprender bien por si un día se le ocurre lanzarse de candidato.

– Bueno, hagámoslo. Total, el dinero no trae la felicidad.

– El dinero no trae la felicidad, compadre, pero cuando se va, se la lleva. Por eso, la felicidad de los ecuatorianos se la ha llevado un infame banquero a Suiza, y allá no se sabe que horrores nomás estarán haciendo con nuestro dinero, mientras aquí la estamos pasando las de Caín.

– Tiene toda la boca llena de razón, compadre.

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