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El regreso del hombre de vidrio

por Andres Ortega

– “Libertad, oh dulce nombre,

hermoso y celeste don;

tú eres la misma razón,

tú eres el alma del hombre…”

– ¡Ele, compadre Indiscreto! ¿Ahora se volvió poeta? Y con esa pose tan solemne.

– Mejor, compadre Ulbio, mantenga calma,

que yo la poesía le llevo en el alma;

y aunque estos versos no son de mi autoría

la verdad… ¿a quién eso le importaría?

– ¿Y a qué se debe pues que se haya puesto tan poético?

– A que no sé si fue de buena gana,

en un acto de gran aquiescencia,

por fin la justicia ecuatoriana

ha obrado con transparencia.

– ¡¿Que ha obrado con transparencia, dice?! ¡¿La justicia ecuatoriana?! ¡¿Dónde?! ¡¿Cuándo ocurrió ese milagro?!

– El milagro ocurrió en Manglaralto,

donde un probo juez a todo gas

ordenó la liberación de Jorge Glas

y provocó en el país gran sobresalto.

– Pero, yo no veo donde está la transparencia; más bien me parece que ahí hay algo oscuro.

– ¡Vaya, compadre! ¡Qué martirio!

No se deje dominar por la inocencia.

¿No ve que glas significa vidrio?

Y todo vidrio tiene transparencia…

– Ah bueno, por ese lado puede ser. Pero, a ver, cuénteme. ¿Cómo estuvo eso?

– Eso estuvo un poco tieso…

– ¡No eso! Lo del transparente, digo lo del vidrio, digo lo de Glas.

– De eso mismo le hablaba, compadre;

usted siempre se sale por la tangente,

le aguanto nomás porque es buena gente,

porque si no le mandaría a la… madre.

– Bueno, ¿y cómo así le dejaron libre, ah? ¿Bajo qué argumento?

– Tenga paciencia, le explico en un momento

que la defensa no señalan ninguna virtud,

solo que ha estado un poco mal de salud,

y ese es todo el cuento.

– ¿Y de qué instrumento se valió el juez para ordenar la libertad?

– ¡¿Instrumento?! ¡¿Cuál instrumento pues?!

Si no es músico, es juez…

– Me refiero al instrumento legal, no al musical… ¡Mire! ¡Me salió a mí también una rima! Es que, él que a buen árbol se arrima…

– ¿Instrumento legal dice? ¡

¡Por San Pascuales!

¡El destino me maldice!

¡¿Acaso hay guitarras ilegales?!

– No se haga, compadre; yo sé que entiende bien a lo que me refiero.

– Pues mire, mi compadre curioso;

“habeas corpus” se llama el instrumento

que no es de cuerda ni es de viento,

pero logró volver a Glas dichoso.

– ¡¿Habeas corpus?! ¿No es esa fiesta esa donde salen los danzantes con sus trajes llenos de espejos?

– ¡Vaya, compadre! ¡No sea pendejo!

Eso que dice son “Octavas de Corpus”,

lo que al Glas le dan es habeas corpus

para que salga libre hoy y no de viejo.

– Bueno, compadrito; ya dejémonos de tanto verso, mejor le invito a un volquetero… ¡Que es lo mejor del universo!

– Pues rima y sabe bien… ¡Vamos pues!

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