Por: Pedro Dávila-Jácome – @pdavilaj
Desde los albores de la existencia los seres humanos por su naturaleza somos gregarios; nos constituimos como grupos sociales con tendencia a vivir en comunidad, pese a un sinnúmero de distinciones o diferencias entre las personas.
Este comportamiento gregario no es una casualidad, al contrario, sus raíces provienen del comportamiento animal, en el que la manada ante la amenaza de peligro, se mueve de forma grupal y conjunta para repeler tal arremetida.
Este singular comportamiento lo avizoramos en eventos de caos, o a manera de ejemplo, en medio de un terremoto, temblor o incendio de un inmueble, en los cuales las personas bloquean su racionalidad, cunde el pánico y huyen juntas, bajo un instinto de preservación o salvación (objetivo común).
En esa medida, el sentido de pertenencia como noción actitudinal “es la identificación subjetiva que un individuo experimenta respecto a un grupo, una organización o una comunidad, en donde se siente cómodo, bienvenido y/o aceptado, es decir, en donde siente que pertenece” (concepto.de).
Pertenencia, del latín pertinentia “es la relación que tiene una cosa con quien tiene derecho a ella… se utiliza para nombrar a aquello que es propiedad de una persona determinada”. Socialmente, refiere al hecho de formar parte de determinado grupo, asociación u organización.
Este sentimiento de pertenencia comienza en (i) la familia, como máxima expresión de la unidad con preponderancia en los lazos de afectividad, respeto y cultivo de valores. Transita sin duda, (ii) al trabajo, en el que lo óptimo es sentirse parte integrante de la organización, trabajar en conjunto, y en lo posible, dar preferencia a lo colectivo por sobre el interés individual o la desidia; y,
(iii) la agremiación, o asociación, como pertenencia a distintos grupos humanos, en los que sus miembros persiguen intereses o fines comunes, como: fraternidades, filantrópicos, deportivos, culturales, políticos, religiosos, o de descanso u ocio, etc.
En cualquiera de estos espacios el sentido de pertenencia radica su importancia en la cohesión humana que funda su sostenibilidad en la concreción de identidad con la adaptabilidad de sus acciones, en línea del cumplimiento a las normas que las rigen y sobre todo, en respeto mutuo entre cada uno de sus miembros en aras del bien común.
La pertenencia es identidad, es coadyuvar al objetivo común trazado desde lo familiar, laboral o asociativo, sentir completitud con uno mismo, plenitud en lo que hago con amor a lo que me he comprometido, en la virtud del respeto mutuo entre sus miembros, para que la institucionalidad se mantenga y no se desvanezca.
El sentido de pertenencia nos hace más humanos.