Por: Guido Calderón
La pandemia demostró que es imposible un mundo sin turismo. Toda economía necesita de viajeros que distribuyan su dinero y generen trabajos en los sitios más remotos: selvas y montañas, áreas protegidas o departamentos familiares, casas de campo u hoteles de lujo, enlazadas con una floreciente cadena de valor.
El modelo de los últimos 14 años está agotado: crear más impuestos para los ricos que terminamos pagando todos; y falsos pobres que evaden impuestos, pero están organizados, listos a demandar tiránicamente ‘sus derechos’.
Los negocios de la economía colaborativa, no colaboran con el IVA. Hospedajes familiares que se rentan comercialmente, muchos son inversiones millonarias: suntuosas casas de playa o departamentos de lujo en zonas privilegiadas; equivalen a un hotel mediano, pero sin empleados; deberán tributar y compartir su encubierta bonanza financiera.
Miles de hostales, albergues, hostelings, pensiones, guest house y más alojamientos adscritos al Ministerio de Gobierno, son inversiones muy rentables de 20 o más habitaciones, que contribuyen un irrisorio RISE de USD 50 mensuales o menos; tendrán que pagar IVA por cada huésped, tal como los hospedajes turísticos. Cientos de Operadoras informales tampoco tributan y aun las formales, evitan facturar, por falta de un control imposible desde la estructura estatal. Reactivando las Cámaras de Turismo, volveremos a los inicios de la década del 2000 cuando el turismo crecía ordenado y enmarcado en la ley.
Cambiar de modelo económico en el país, coincide con el nuevo modelo turístico mundial; y con la bomba de relojería armada por miles de personas que dicen defender a los pobres – y viven muy bien de ello- atentos a las primeras medidas que los “afecten”, para incendiar las redes sociales y taladrar tendencias suicidas que juventud híper digitalizada acata fanáticamente y acude a las calles a victimizarse, vandalizar y eliminar la ineludible paz social que exige el turismo y el país.
El modelo diseñado por burócratas que deciden nombres de las rutas, a cuáles promocionan, en dónde y a qué costo; demostró su inutilidad y auspició la informalidad e ilegalidad. El nuevo modelo debe involucrar al empresario turístico adscrito al Ministerio de Turismo, que recibirá los alivios ofrecido en campaña: exoneración del IVA y préstamos a bajo interés. “Nadie mejor que quien padece un problema, para saber cuál es la solución que más le conviene, por eso creo que es importante devolver la autonomía y la capacidad de decisión a los actores locales, para que sean ellos, quienes puedan decidir sobre los problemas que los afectan. El Ministerio de Turismo, en nuestro gobierno, trabajará de manera coordinada con las Cámaras de Turismo para asegurar que las soluciones a los problemas se puedan dar de manera ágil y oportuna”. Guillermo Lasso.