– ¡Qué barbaridad, compadre Indiscreto! ¡Esto ya es el fin del mundo! ¡El Apocalipsis! ¡El acábose!
— ¡Calma, calma, compadre Ulbio! Tranquilícese, tome aire, respire hondo… Y ahora dígame con toda tranquilidad qué es lo que le sucede.
– ¡¿No ve el tremendo caos que se ha desatado por eso del manifestante fallecido?! Cuarteles incendiados, patrulleros y otros carros destruidos, el banco de don Guille destrozado, policías secuestrados y otros dizque están desaparecidos. ¡¿Acaso le parece poco?!
– Lo sé, compadrito; pero no se me descomponga. Entiendo que es una situación terrible, pero no tiene por qué ser el acábose. Debemos mirar el futuro con optimismo.
– ¡Pero si cada vez estamos de mal en peor!
– Tranquilo, compadre; que peor es la guerra y el matrimonio.
– ¡Pero si esto ya es una guerra!!! ¡¿Acaso no ve cuánta destrucción y destrozó?! ¡Hasta el alma se me destroza! ¡Sniff!
– Ya, ya compadre; que me va a hacer llorar a mi también.
– ¡¿Dónde estarán los desaparecidos?!
– Eso es lo que quisiera yo saber. Porque, sepa usted que no solo han desaparecido policías.
– ¡¿En serio?! ¡No me diga que hay otras personas desaparecidas!
– Pues sí le digo. Y por eso andamos todos preocupados.
– ¿Y quiénes son esos otros desaparecidos?
– Pues, las autoridades que deberían estar ayudando a calmar este relajo.
– ¡¿Las autoridades dice?!
– Así mismito, compadre. Está desaparecido el señor alcalde, está desaparecido el señor prefecto, y otros funcionarios de menor importancia que no importa que estén desaparecidos porque igual solo están para estorbar.
– Oiga, compadre… ¿Y no estarán secuestrados por la Conaie?
– Eso es lo que nos preocupa…
– ¿Le preocupa que puedan haber sido secuestrados por nuestros hermanos indígenas?
– No, me preocupa que los vayan a liberar.
– ¡¿Cómo dice que dijo?! ¡¿Le preocupa que los vayan a liberar?!
– Pues, claro que me preocupa su desaparición, como buen ciudadano que soy.
– ¿Usted? ¿Un buen ciudadano? Jajaja, no me haga reír que me salen arrugas.
– ¡Insolente! ¡Cómo osa poner en tela de juicio mi ciudadanía de bien. El día en que a mí me toque dejar está tierra para siempre, ese día si que va ser el acábose y el Apocalipsis.
– De eso no me queda duda, va a ser el acábose de andar fastidiado a nuestras bien amadas autoridades y a nuestros queridos políticos, jejeje.
– Más bien, el día en que yo me vaya, esas autoridades y esos políticos, que usted dice, perderán una luz en su camino.