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Indigenización

por Andres Ortega

Por: Edwin Mosquera G.

Se hizo pública la noticia de los hechos acontecidos en una casa de Salud de la hermana Provincia Amazónica, y esto demuestra nuevamente las aseveraciones populares que hacen alusión, a la perdida de pista del ciudadano de a pie cuando le dan un poquito de poder, es más voy a tomar las palabras de un muy buen amigo Doctor en Derecho, que decía «dale poder a un indio y veras como se crece y la caga»; acertadas para los hechos que están aconteciendo; ahora bien, no solo en los cargos públicos se evidencian estas novatadas si no en los cargos de elección popular.

No se si no se dan cuenta, o peor aún que, se dan cuenta pero no dicen nada y este comportamiento de a convertido en una práctica ya común a nivel de sociedad, se hablaba de una discriminación a los pueblos indígenas que en décadas pasadas habrían sido relegados en el desenvolvimiento social, reconociendo que ahora han sobresalido y forman parte activa de la sociedad inclusive tomando espacios en los cuales, por desconocimiento no saben que carajo hacer, pero ahí le dan; tropezándose pero siguen adelante.

La legislación ecuatoriana ya ha articulado e identificado los actos de odio entre los sujetos de derechos, pero aquí viene una aclaración, no todo acto de odio o discriminación es contra de quienes se dicen llamar dueños de las tierras ancestrales o quienes abiertamente publican y pregonan que nacieron libres sin ley alguna, es todo acto de violencia física o psicológica de odio, contra una o más personas en razón de su nacionalidad, etnia, lugar de nacimiento, edad, sexo, identidad de género u orientación sexual, identidad cultural, estado civil, idioma, religión, ideología, condición socioeconómica, condición migratoria, discapacidad o  estado de salud.

Entonces, acaso, no es un acto de odio obligar a los súbditos a indigenizarse para conservar un trabajo, obligar a compartir una cultura a la cual no se autoidentifican, es más el pretender que unos aretes de plumas, una corona y un taparrabos pesa más que la capacidad dentro de un puesto, y ahora más cuando entre ellos se auto identifican y certifican como seres ancestrales.

Aquí no debe existir distinción por creencias o autoidentificaciones, si no medirse en capacidades y preparación, unas plumas en la cabeza no sustituyen a una victoria académica, por más que tus ascendientes hayan o no sido de la era de bronce, no te atribuye una ventaja sobre los demás y peor aun cuando te beneficias de tu identificación y pretendes ponerte un Louis Vuitton cuando aún hueles a humo.

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