– Oiga, compadre Indiscreto, ¿ha visto eso que está de tendencia?
– ¡Ele! ¿Y ahora? ¿Con qué nueva pendejada me va a salir este compadre Ulbio?
– Eso, pues, que se toman una foto, la suben a la inteligencia artificial y sale con un efecto como de dibujo animado, más o menos como Heidy.
– Ah, se refiere al efecto Ghibli.
– Eso mismo creo que es. Pero todo mundo lo está usando. ¡Se ha vuelto una locura que hasta con el perro salen!
– ¡Ah sí! ¡Novelerías de la gente! Eso es en referencia a una película muy famosa que rompió taquilla a nivel mundial.
– Siendo así compadre, como usted dice, ¿qué tal si nos tomamos nosotros también una foto juntitos y salimos con ese efecto y nos hacemos tendencia a nivel mundial?
– ¡¿Qué le pasa pues?! ¡Vaya para allá, compadre! ¡Fúchila! ¡A mí no me venga con esas proposiciones raras! Que yo le voy al Cumandá. Después, ¡¿qué van a pensar mis amistades?!… ¡¿Y las chichas?! No, no, no. Dios me libre y favorezca.
– Pero qué se hace, si cuantas veces hemos salido juntos.
– Juntos, pero no revueltos, compadre. Guarde la distancia.
– ¿Qué quiere decir con eso de “Juntos, pero no revueltos”? ¿Acaso se declara en enemistad?
– No enemistad, pero guardemos las distancias, somos compadres, pero cada cual, por su lado. Nada que la fotito, que cogiditos de la mano, que bien juntitos. ¡Nada! Le digo lo mismo que le dijo el prefecto al alcalde.
– ¿Y ahora?… ¿Qué le dijo, pues, el prefecto al alcalde? Cuente el chisme.
– Que los dos tenían que firmar un convenio, para la construcción de una cancha de césped sintético en el colegio Vicentino; la prefectura pone la plata, pero el municipio tiene que darle el permiso.
– ¿Y…? ¿El alcalde no le quiso dar el permiso o qué?
– ¡Nooo! ¡Todo lo contrario! El alcalde, para darle la autorización, quiso hacer un acto público e invitó al prefecto para que viniera, firmara y hacerle la entrega del documento, el apretón de manos, la fotito, los aplausos y todas esas cosas. Pero el prefecto nunca llegó y lo dejó plantado, como novia en misa, vestido y alborotado. Tuvo que firmar solito, jeje.
– ¿Y, por qué no habrá llegado el señor Prefecto? Siendo este un acto tan serio. O será que se arrepintió de hacer la cancha.
-No, simplemente le dijo que él no se prestaba para ese show. Nada de fotito, que cogidos de la mano, que los aplausos. ¡Nada! Aquí los dos somos autoridades, pero guardemos las distancias, cada cual por su lado.
– ¡Chuta, compadre! Muy feo ha estado ese desplante, de seguro al alcalde no le gustó nadita esa actitud.
– ¡Qué le va a gustar! ¡Se puso de mil colores! Dijo que era una chiquillada; que, siendo una autoridad seria, si no podía asistir debió haber enviado a la viceprefecta o delegar a cualquiera, como le faculta la ley. Pero no hacerle el desplante y dejarlo con el papel en la mano.
– Es que no era para menos. El señor prefecto allí si se jaló las cuadras. ¿Dónde queda la diplomacia, el protocolo, la buena educación, los buenos modales, el glamur
– ¡Bah! ¡¿Y para qué tanta alharaca?! ¿Acaso, cuando usted va a pedir un permiso municipal, le hacen una fiesta o un acto público con artistas y todo?
– ¡Fuuu! Más bien le hacen sufrir a uno.
– ¡¿Entonces?! El municipio lo único que debe hacer es entregar el permiso como cualquier otro trámite, dentro de sus oficinas; y no hacer un show pretendiendo también ser parte de una obra en la que nada tiene que ver.
– O sea que, las autoridades están como los planetas en la expansión del universo, cada vez más distantes el uno del otro, jeje.
– Así mismito compadre, en vez de estar unidos, hacer causa común por la ciudad y la provincia; cada vez más se dan las espaldas. A este paso, creo que muy pronto van a caer en el agujero negro de la polémica, las discusiones y los ataques mutuos.
– ¡Chuta! Entonces, en lugar de hacerles una foto con ese efecto güilli-güilli…
– Ghibli, compadre, Ghibli.
– Lo que sea; mejor está de hacerles a los dos con ese efecto que hace que las personas se besen.
– ¡Vuelta con sus cosas raras! ¡Acaso que todos son como usted! Compadre pacotilla…