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LA BANDERA TRICOLOR DESDE LA ÓPTICA CRISTINA

por Andres Ortega

Por: Monseñor Rafael Cob, Obispo del Vicariato Apostólico de Puyo

Hoy en este día singular y de celebración, 26 de septiembre, para tantas instituciones gubernamentales de nuestro país especialmente de las fuerzas armadas en que se conmemora el día de la bandera, no puede faltar dicha celebración en los planteles educativos donde se forjan los futuros ciudadanos que defiendan a la patria para enarbolar la bandera tricolor del Ecuador.

Asistí este día al juramento de la bandera en un plantel educativo fiscomisional, la decoración de la bandera de Ecuador centraba y llenaba la decoración para la ceremonia junto a las banderas de la ciudad y del colegio. Toda ceremonia estuvo súper organizado con todo detalle.

La elección de los estudiantes abanderados y sus escoltas, los discursos que avivaron emocionalmente al público que asistía llenando a rebosar el coliseo, discursos patrióticos sobre la democracia y el civismo en nuestra sociedad y en nuestro país, ideas vibrantes de los jóvenes oradores. Que enfervorizados trataban de cautivar la atención.

Me pregunto al final del acto, ¿Qué llega más, las palabras o las imágenes de las banderas? Los signos y símbolos llevan a descubrir todo un significado más profundo y a veces oculto en esos colores de las telas que hondean edificios y decoran paredes.

Ciertamente pienso que la realidad de todo un país no se puede expresar en unos colores de una bandera, aunque ellos representen la identidad de todo un pueblo. ¿Qué pasará por la cabeza de nuestros estudiantes cuando profesan y recitan esas palabras rituales de la formula del juramento? ¿Qué sentirán en su corazón nuestros estudiantes, cuando se les invita a gritar a pleno pulmón ¡Si juro! con un beso a la bandera identificándose con el soldado que desea dar la vida por su patria?

Hasta donde son conscientes de la necesidad de entregar su vida por su patria, que tanto necesita de paz y de justicia, de sacrificio que requiere poner la responsabilidad no solo de estudiar para sacar buenas calificaciones de conocimiento intelectual, sino de ser ciudadanos con una formación en valores permanentes, que hoy están ausentes en la educación formal. Educar para el futuro, es decir no a la lacra y plaga de la corrupción, es formar para vivir en la transparencia y sinceridad frente a tanta mentira y promesa no cumplida. Es vivir con la fe y la esperanza en su alma para no rendirse ante las dificultades y adversidades del camino, es educar en el servicio, la disciplina y la obediencia, es educar en el verdadero amor que es entrega generosa frente a la codicia del dinero y la búsqueda de aplausos de vanagloria. Es saber que la humildad y sencillez es la base de lo más valioso del ser humano, para alcanzar desde lo más pequeño lo más grande, y todo eso se da, cuando hay una óptica cristiana como la que nos enseña el maestro de los maestros, Jesús.

Autoridades de Pastaza: cantonal, provincial, educativas y de la iglesia católica.

Hoy quiero ver en los tres colores de mi bandera el mensaje de los grandes valores en que debo fundamentar mi vida y la de mi pueblo.

1.-En el color amarillo de mi bandera, quiero ver la luz de la fe, fe que es don de Dios que se nos da gratis, pero que es la clave para saber, que la fe mueve montañas, me lleva a Dios y el me pide compartirla iluminando a mi patria envuelta tantas veces en la oscuridad de los que siembran violencia y quieren robarnos la paz. Desenmascaremos a los que desde la oscuridad destruyen la vida de nuestro pueblo.

2.-En el color azul de mi bandera, quiero ver la esperanza que todo lo alcanza, el cielo azul que me habla de altos ideales, el azul celeste donde respirar el aire limpio y sin contaminar, como la vida del niño semilla del mañana, azul como la mirada de una juventud que sabe soñar y luchar por alcanzar la cima del honor, la lealtad y la firmeza, horizontes abiertos al viento como banderas desplegadas que ondean en el mástil coronando desde los tejados la identidad de un pueblo dispuesto a dar razón de su vivir.

3.- En el color rojo de mi bandera, quiero ver el amor, rojo como la sangre derramada de tantos hijos que dieron su vida por defender a su madre patria. Rojo como la de un amor de caridad solidaria, gratuita, perseverante y generosa que brota de un corazón abierto para construir fraternidad, para desterrar el odio y la división, el egoísmo y la exclusión, rojo como el de un corazón que ama hasta el extremo, dispuesto al sacrificio del servicio. Mi bandera tricolor desde mi óptica cristina, que cree espera y ama. por encima de colores de ideologías y pensamientos, que nos une como a hijos y nos cobija como hermanos bajo su manto santo.

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