Por la época de 1861 es la parroquia Cumandá, en el cantón Palora, “La Penal” era un lugar de altísima seguridad para mantener bajo estrictos castigos a los presos más peligrosos del país.
En la selva amazónica existió este penal que ni siquiera contaba con paredes, esta fue administrada bajo altísimos niveles de rigurosidad en la presidencia de Gabriel García Moreno.
Fue hasta el año 1875 que se trasladaba a los reclusos a la montaña, esto por la remodelación del penal García Moreno en la capital.
Hace más de 80 años que en la provincia de Morona Santiago hubo este tipo de centros penitenciarios inhóspitos, según versiones de aquellas generaciones, los presos eran trasladados en canoa, debían pasar el río Pastaza, río que por sus caudalosas aguas era casi imposible cruzarlo, es así que quien intentaba escapar, moría.
En aquel entonces el Gobierno exigía que los reos construyeran sus propias cabañas para resistir las inclemencias del tiempo.
También para evitar ser devorados por los animales de la selva debían estar alerta y hacer sus propias vigilias, pero eso sí, eran custodiados por la seguridad del Gobierno, desde varias torres.
Los presos debían sembrar para comer e incluso hasta lograron construir una piscina para bañarse, ya que ir a nadar al río representaba una muerte segura, aunque algunos intentaron escapar, no lo lograron.