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La deshonestidad no es una discapacidad

por Andres Ortega

– Buenos días, don Indiscreto. ¿Qué anda haciendo?

– Hooola Roquito; aquí nomás, yendo a visitar a mi compadre Ulbio. ¿Y tú?

– ¿Yo?… este… Buscando u lugar donde ponerme a leer este nuevo libro.

– ¡Ah! ¡Así que estás dedicado a la lectura! Esa sí que es una gran noticia. ¿Y de qué se trata ese nuevo libro?

– Se trata de «La honestidad y otros valores».

– Que bueno, ¿dónde lo compraste?

– ¿Comparlo? Nooo. Lo robé del kiosco de la esquina.

– ¡Óyeme! ¡Nooo pues Roquito! ¡Me decepcionas! ¡Cómo vas a robar un libro y además un libro que trata sobre “la honestidad”! ¡Acaso no te duele la situación en la que se encuentra nuestro país! Podrido por tanta corrupción.

– Perdone don Indiscreto; es que… como todo el mundo roba ya parece normal hacerlo.

– No Roquito; no todo el mundo roba, la mayoría de ecuatorianos somos gente honesta y trabajadora. Los ladrones son una minoría; lo que pasa es que esa minoría es la que más se dedica a la política, porque a los honrados nos ponen tantas dificultades para entrar en ella.

– Tiene razón, don Indiscreto… ¡Nomás figúrese! Utilizar la condición de las personas con discapacidad para importar vehículos de lujo sin pagar impuestos.

– ¿No ves Roquito? Esa gentuza no tiene llenadera; a pesar de tener grandes sueldos y beneficios, quieren más y más; sin importarles el perjuicio que causan a sus conciudadanos a los que dicen representar. Pero a nosotros sí nos exigen sacrificios para dizque salir de la crisis.

– Pues ya veo que en la Asamblea Nacional ha habido más discapacitados que en el Conadis, jeje.

– Se podría decir que en realidad sí están discapacitados.

– ¡Pero cómo van a estar discapacitados! Si están más sanitos que nosotros pobres.

– Claro que la deshonestidad no es una discapacidad; pero esa mala gente se ha capacitado tanto en el latrocinio, en la codicia y la infamia que sus otras facultades mentales y emocionales han quedado atrofiadas.

– Sí, don Indiscreto; es el colmo que utilicen de esa manera tan vil a nuestros hermanos, las personas con capacidades especiales, para sus porquerías. Pero parece que el gobierno ya va a tomar correctivos con respecto a los carnés de discapacidad.

– Sí pues, como siempre; en lugar de castigar a los corruptos ladrones se pretende castigar a sus víctimas; eliminando los pocos beneficios que tienen las personas que realmente sufren de discapacidad.

– ¡Otro perjuicio para los más humildes, para los más vulnerables!

– Así es, Roquito. No solo son corruptos… ¡Son unas bestias inhumanas!

– Y siendo que nuestro presidente padece de esa situación, debería ser más solidario con la gente de su condición.

– Cuando alguien ha vendido su alma al diablo tiene que terminar la faena, así perjudique a su propia madre. Este gobierno tiene que dejar eliminando los beneficios sociales que más pueda para que sus amos absorban la riqueza nacional a sus anchas.

– ¡El pueblo debería levantarse y hacer temblar a los corruptos!

– Ahí en cambio se han de volver epilépticos con tal de seguir robando.

– ¡Tanta tontera que se ve! ¡No ve lo del muertito de Kumay! Ahora hay hasta una teniente política, policías y militares secuestrados. Eso le pasa a la Gober por sorda, por no escuchar al pueblo y devolver rápido el difunto.

– Ojalá esa sordera no sirva de pretexto para importar otro vehículo de lujo libre de impuestos.

– Eso pasa cuando las decisiones se toman desde en un escritorio y solo pensando en los blancos, olvidándose por completo de nuestros pueblos ancestrales y sus particularidades culturales.

– Como dijo Mazzinger Z: “¡Perdón… se me fue la mano!” así mismo debería hacer nuestra gobernadora y pedir perdón a ese pueblo por habérsele ido la mano. Y como a ti también se te fue la mano al robar ese libro, vamos a que le pidas perdón a la señora del kiosko y le pagamos por el libro.

– Es que me da vergüenza, don Indiscreto.

– Es peor vivir con esa vergüenza sumado el sentimiento de culpa. Sí pides disculpas aliviarás tu alma y la señora del kiosko verá que eres una buena persona que simplemente cometió un error y te llegará a estimar.

– Tiene razón, don Indiscreto… ¡Lo haré!

– ¡Eso! ¡Así hay que actuar! ¡Con valentía! No como esos cobardes charlatanes que nos gobiernan.

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