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La pelea del año a todos nos hace daño

por Andres Ortega

– Oiga, compadre Indiscreto, ¿sí vio la pelea del año? ¡Uf, qué combate!

– ¿Cuál pelea del año, compadre Ulbio? ¿La de Chito Vera? Uuuh, ya no causa sensación. Solo pierde y pierde. Al principio sí me gustaba, porque representaba el orgullo ecuatoriano, pero llegó a un punto donde de allí no pasa, como motor de bus en subida.

– No, compadre, ¡la pelea entre autoridades!

– ¿Entre autoridades? ¿Habrá pleito, pues? ¿Se agarraron a combos en plena sesión o fue solo por redes, que ahora hasta los memes pegan más duro que un guantazo?

– Entre el Principito y el Rambo, pues. No ve que últimamente han caído en un ataque cibernético y se han declarado la guerra fría. Están a ver quién pega más fuerte, como gallos de pelea, pero en lugar de espuelas, usan teclados.

– Ah, se refiere a ese enrollo entre prefecto y alcalde, que el uno hala para un lado y el otro para el otro, como burro y arepa. Esa es otra pelea que, la verdad, tampoco me interesa. ¡Par de payasos! Como que el pueblo los eligió para estar ahí armando su show, en vez de ponerse a trabajar.

– Sí, y el punto de la discordia, ¿sabe cuál fue?

– ¿Cuál, según usted? A ver, ilumine.

– Un pedazo de terreno en el centro de la ciudad, donde antes era el edificio de la prefectura, luego lo demolieron y lo convirtieron en parqueadero institucional. ¡Y ahora el municipio se lo quiere quitar declarándolo de utilidad pública!

– No, compadre, no sea iluso. Esta guerra fría no es de ahora; ya viene de largo, como telenovela de mediodía. ¿No se acuerda que el alcalde nunca va a las sesiones de consejo? Solo manda a su delegado; y, cuando fue personalmente, lo hizo solo para oponerse a la creación de la Radio del Ánimo. ¿O no recuerda otra polémica, cuando no le quiso transferir las competencias para la súper pista de BMX y se armó un escándalo del diablo?

– Cierto que así fue. Esta rivalidad viene desde hace rato, como mal olor en los callejones.

– El verdadero punto de la discordia, ¿sabe cuál fue? El momento en que el Rambo declaró que quería ser candidato a la prefectura. Al otro no le gustó y dijo: “Aquí solo canto yo, en este corral no hay espacio para dos gallos”. ¡Puro celo de cantina!

– Ahora entiendo, compadre. El celo político es lo que los ha hecho caer en este abismo de: “Si tú me pegas, yo te doy más duro”. Como niños chiquitos, pero con corbata.

– Sí, compadre, y la gente tonta, embelesada en este circo: unos que salen a favor del uno, otros a favor del otro, y las redes sociales que estallan con el “lleva y trae”.

– O sea que, como quien dice, lo de quitarle el terreno a la prefectura es otro golpe más en este show, para mantener entretenida a la gente y opacar la imagen del otro, y que no sea candidato.

– A ver, compadre, solo para ver si es pilas: dígame, ¿cuánto tiempo pasó abandonado ese terreno de la prefectura en el centro?

– Uf, ahí sí que me tomó la lección. No sé cuánto tiempo, pero lo que sí sé es que solo sirve de garaje para los pelucones que dejan sus vehículos ahí, por no pagar el estacionamiento rotativo. ¡Llegan con sus carrazos del año, brillando más que diente de político!

– ¿Ya ve, compadre? Mientras el pueblo, pueblo, sale al centro y no tiene dónde dejar su chatarrita y tiene que pagar parqueadero, ellos, como buenos pelucones, tienen garaje gratis todos los días. Y cuando el municipio dice: “Ese espacio lo convertimos en parqueadero público”, ¡allá saltan gritando que es un atropello! Que un espacio público no puede ser desapropiado, que es arbitrario, ilegal y hasta pecado capital.

– Pero si el municipio, desde el año pasado, les ha dicho: “Vengan, conversemos, lleguemos a un acuerdo porque la ciudad necesita ese espacio”. Pero nunca respondieron; pero cuando el municipio les dijo: “Les vamos a desapropiar”, ¡ahí se armó el despelote! Como cuando le pisan el callo al gato.

– Ya ve, compadre: ahora sí, el espacio que tanto tiempo pasó abandonado, por lo menos ha servido para algo. ¡Esta semana el prefecto lo inauguró como feria “De la Chakra a la Mesa”! Nada que parqueadero público… pura contraria nomás.

– Y esta guerra, ¿cuándo acabará?

– Uf, compadre, qué iluso es usted. En vez de acabarse, arderá con más intensidad. Espere nomás a que comience la campaña, y ya verá qué cosas no se dirán, y qué uno tendrá que escuchar. ¡Esto es solo el calentamiento!

– O sea que tenemos que prepararnos para lo peor…

– ¡Para lo mejor, dirá! No ve que hay mucha gente, así como usted, que es feliz en medio de tanto circo. ¡Mientras más show, más felices!

– A mí no me hace feliz, compadre. Yo quisiera que las autoridades dejen ese celo político y se unan para trabajar por el bien de todos. ¿No ve que con buenas obras todos salimos ganando? Mientras que con esta rivalidad, todos salimos perdiendo. Así que mi llamado es a que depongan posiciones y que prime el diálogo.

– ¡Pues qué bien, compadre, lo felicito! Al fin ha dicho una cosa inteligente. ¡Hasta que se le prendió el foquito! Je, je. ¡Salud, pues!

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