– ¡Qué tal compadre Indiscreto! ¿En qué anda pues?
– En dodge pues, compadre Ulbio! ¡En qué más voy a andar! Uno no tiene la suerte de andar colgado de la teta del Estado.
– Me refiero a que en qué se halla, compadre…
– Aquí nomás, con sentimientos encontrados mi compadre, porque uno lo único que se encuentra son sentimientos mientras otros se encuentran cargos públicos.
– ¿Y por qué anda con sentimientos encontrados, compadre?
– Mire; por un lado estoy alegre, pero por otro triste, estoy contento pero a la vez muerto de las iras.
– ¡¿Y por qué?!
– Por ejemplo, estoy muy alegre con la Trí, tremenda goleada contra Colombia. ¡Ahhh! ¡Otra vez nos pone a soñar! Pero a la vez estoy triste porque mi novia es de Pasto y visto el resultado ya no me cruza ni palabra.
– ¡¿En serio?!
– ¡Síii! Y fíjese que como pocas son las veces que le hemos ganado a Colombia y por solidaridad con ella le apostamos a Colombia. ¡Y eleee! ¡Perdimos hasta las apuestas!
– ¡Qué barbaridad! Ahora sí le entiendo, compadre, eso le pasa por internacionalista.
– Bueno, qué le vamos a hacer. Así mismo es en la política; por un lado alegre con el cambio de gobernadora, pero por otro lado muy disgustado al ver a las mismas caras. Salimos de Guatemala y caemos en guatepeor.
– ¿Y por qué lo dice, compadre?
– No ve que le designan ahora a María Eugenia Castro, ella que ya fue jefe político de Mera, directora de AP y ahora gobernadora, igual que el marido que también acaba de salir de jefe político de Mera. ¡Ahora ya no han sido cargos de libre remoción, sino de libre rotación!
– ¿Y por qué entonces les llaman cargos de libre remoción?
– Pues, porque con un carguito de esos cualquiera se emociona y si después le dan otro cargo mejor se re-emociona, pues compadre.
– Bueno, eso sí. Lo mismo pasó con Andreita Zúñiga, de jefe político de Pastaza, pasó a gobernadora, directora de AP, jefa del Registro Civil y ahora, gran premio: flamante directora del Mies. ¡Qué suerte que tienen! ¿Qué harán para mantenerse de cargo en cargo? ¡Uno ni pa conserje!
– Igual que Danielita Peralta, directora del hospital del Iess Pastaza, ahora gerente general del hospital Puyo… ¡¿No habrá pues otritos?! ¡Habiendo tanto médico!
– Más bien sacan a un médico para poner a quién ni conoce del tema. ¡Qué barbaridad! ¡Solo en nuestro país pasan esas cosas!
– Yo me imagino que ellas, de niñas, jugaban mucho a la rayuela; ese juego que van saltando de un cuadrito a otro cuadrito. Van por un lado, dan la vuelta y regresan por el otro lado, así en libre rotación. Ahora de grandes van saltando de cuadro en cuadro, pero en la política.
– Me hace acuerdo de aquel tiempo de la época ganada, con la “revolución ciudadana”, donde teníamos unas caritas bien conocidas que por diez años pasaron de cargo en cargo, de puesto en puesto y así se dieron la vuelta por todos los ministerios.
– ¡Claro pues! ¡Quién no se va a acordar por ejemplo del Martincito, que del Magap pasó a la Gobernación, de allí a la dirección del Iess y así sucesivamente. Han pasado los años y nada ha cambiado, seguimos jugando a la rayuela.
– Seguimos enrayuelados…
– ¡Ya ve compadre! ¡Cómo no voy a tener sentimientos encontrados! Me alegro cuando anuncian que cambiaron de gobernador; pero luego me muero de las iras, cuando pregunto que quién es y me dicen: “La que fue jefa político de Mera y que luego le pusieron al marido y que también es presidenta de AP.
– Y lo mismo con el cambio en el MIESS y con el cambio en el hospital Puyo; mejor que ya no sigan cambiando porque si no morimos por el Covid vamos a morir de puro colerín.
– ¡Y ni esperanzas con las nuevas elecciones! ¡Porque lo mismo ha de pasar! Porque ya veo que algunos que antes estuvieron por un partido político ahora asoman ya en otro… ¡Que vaina! ¡Así en nuestro país nunca habrá un cambio!
– Compadrito, usted que todo lo sabe y lo que no sabe lo inventa, dará viendo quién va a ganar, pues; para ver si así nos metimos a la troncha y ver si también nos dejan jugar a la rayuela.
– Uuuu, compadre; acuérdese que nosotros somos el pueblo, y el pueblo siempre está al último en la lista de espera.