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La romería a lo de san Elías

por Andres Ortega

– Hola, compadre Indiscreto… ¿A dónde se dirige tan inquieto?

– ¡Pero, compadre Ulbio, por Jesús y María!… ¿Qué no ve que voy de romería?

– ¿Y a qué se debe tanta prisa?… ¿Una romería sin antes hacer misa?

– Es que, compadre, es tanta la carestía que hasta toca prescindir de la eucaristía.

– Bueno, pero más parece que le ha picado un chinche… Ni que fuera a la Virgen del Quinche.

– Pues no piense que le soy afrentoso; pero ha aparecido un santo más milagroso.

– ¡¿Qué ha aparecido un nuevo santo?!… Pues no creo que sea para tanto.

– Créalo o no ha de saber que en estos días anda haciendo milagros san Elías.

– A lo mejor piense que soy ateo, pero en ese santo yo no creo.

– ¿Y a qué se debe su falta de fe? ¿Acaso no le dieron su pan con café?

– Pues figúrese que yo me afilié y voté por Creo, para ver si así me dan algún empleo.

– Jaja… No me haga reír; que a los de Creo los mandan a freír.

– Es que yo me dije qué caray, voy a confiar en el señor Paguay.

– Eso le pasa a usted por apurado… ¿Que no ve que a él aún no le han canonizado?

– Entonces… ¿De qué le sirve a uno ser gobiernista? Si le dejan fuera de la lista.

– Comprendo mucho su indignación; ya que se quedó fuera de la repartición.

– ¡Cuánta esperanza en la nueva Asamblea!… Para que la cosa siga igual de fea.

– “Vuelve la burra al trigo” decía mi abuelo… Unos vuelan y otros seguimos en el suelo.

– Que don Elías no me cabe en la calabaza, haya quedado como santo patrono de Pastaza.

– Si a los de Creo les ha dejado raquíticos, llenando él todos los cargos políticos.

– Eso es tan injusto y un descuadre, para los que en tres campañas se sacaron la madre.

– Pero ya salió el santo ha decir de un chispazo, que él no ha hecho ningún pacto con Lasso.

– Pero si es verdad que no ha vendido su conciencia, eso debería estudiarlo la ciencia.

– Pues no creo que eso lo aclare la ciencia, sino más bien la sapiencia.

– ¿Sapiencia? Perdone que no sea un capo… Pero… ¿Eso no estudia a los sapos?

– A los sapos que han sapiado unos mensajes que don Elías ha enviado.

– ¡Vaya, vaya! Hay que tener cuidado con los sapos, porque enseguida te sacan los trapos.

– Así mismito es, compadre; a uno le pueden sacar la madre.

– Bueno, mejor déjese de ambages, y cuente lo que dicen los mensajes.

– Ahí les pide a sus romeriantes, paciencia porque pronto habrá nuevas vacantes.

– Y cuando haya esas vacantes… ¿Barajarán a los de Creo tan campantes?

– Que no se ilusionen los de Creo de esta localidad; porque él tiene unos panas más calidad.

– Con razón su casa parece agencia de empleos… O mejor, fuente de los deseos.

– Bueno, no será la Santa Sede; pero hay que ir a ver qué sucede.

– Yo lo único que veo, sin pecar de criticón; que anda rodeado de puro lambiscón.

– No haga de sus prejuicios trinos; pues solo somos peregrinos.

– ¿Peregrinos? Yo solo veo unos cuantos seres magros, en espera de milagros.

– A donde el santo va le vamos siguiendo; por las necesidades que estamos viviendo.

– Yo no entiendo por qué sufrimos tanto, si a nuestro alrededor hay mucho santo.

– Discúlpeme que le proteste… Pero, ¿habrá otro más milagroso que éste?

– Pues, el santo Gober, que antes dijo no pasaba nada, ahora dice que esa es una bobada.

– De no pasar nada a pasar mucho, es un cambio de opinión que escucho.

– Y habrá escuchado su elocuencia, aclarando que sí hay delincuencia.

– Claro; si ha retado a presentar su renuncia, si alguien que él ha mentido anuncia.

– Pues ha de ser renuncia con piola, no creo que sea fácil dejar la carriola.

– El caso es que tanta inseguridad ya nadie aguanta, que ya mismo todo el pueblo se levanta.

– Eso es lo que en todo lado veo… ¿Será por la falta de empleo?

– ¿No ve, compadre? Razón tenemos los peregirnos, de a san Elías dirigirnos.

– ¿”Peregirnos” dijo compadre?… ¡¿No será “peregrinos” por mi madre?!

– Por una palabra no se me eche encima; que más importante es la rima.

– Bueno, compadre, yo también de romería salgo; para ver si consigo algo.

– ¿Ve compadre? Al orgullo hay que dejarle de lado; porque si no todo está fregado.

– Desventurados los del pueblo alzamos los brazos, para ver si por lo menos nos dan bagazos.

– Le juro, compadre, por Santa Catuta, que ya estoy harto de estos hijos de… el vecino.

– No rima, compadre…

– pero es cierto.

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