– Hola, compadre Indiscreto… ¿A dónde se dirige tan inquieto?
– ¡Pero, compadre Ulbio, por Jesús y María!… ¿Qué no ve que voy de romería?
– ¿Y a qué se debe tanta prisa?… ¿Una romería sin antes hacer misa?
– Es que, compadre, es tanta la carestía que hasta toca prescindir de la eucaristía.
– Bueno, pero más parece que le ha picado un chinche… Ni que fuera a la Virgen del Quinche.
– Pues no piense que le soy afrentoso; pero ha aparecido un santo más milagroso.
– ¡¿Qué ha aparecido un nuevo santo?!… Pues no creo que sea para tanto.
– Créalo o no ha de saber que en estos días anda haciendo milagros san Elías.
– A lo mejor piense que soy ateo, pero en ese santo yo no creo.
– ¿Y a qué se debe su falta de fe? ¿Acaso no le dieron su pan con café?
– Pues figúrese que yo me afilié y voté por Creo, para ver si así me dan algún empleo.
– Jaja… No me haga reír; que a los de Creo los mandan a freír.
– Es que yo me dije qué caray, voy a confiar en el señor Paguay.
– Eso le pasa a usted por apurado… ¿Que no ve que a él aún no le han canonizado?
– Entonces… ¿De qué le sirve a uno ser gobiernista? Si le dejan fuera de la lista.
– Comprendo mucho su indignación; ya que se quedó fuera de la repartición.
– ¡Cuánta esperanza en la nueva Asamblea!… Para que la cosa siga igual de fea.
– “Vuelve la burra al trigo” decía mi abuelo… Unos vuelan y otros seguimos en el suelo.
– Que don Elías no me cabe en la calabaza, haya quedado como santo patrono de Pastaza.
– Si a los de Creo les ha dejado raquíticos, llenando él todos los cargos políticos.
– Eso es tan injusto y un descuadre, para los que en tres campañas se sacaron la madre.
– Pero ya salió el santo ha decir de un chispazo, que él no ha hecho ningún pacto con Lasso.
– Pero si es verdad que no ha vendido su conciencia, eso debería estudiarlo la ciencia.
– Pues no creo que eso lo aclare la ciencia, sino más bien la sapiencia.
– ¿Sapiencia? Perdone que no sea un capo… Pero… ¿Eso no estudia a los sapos?
– A los sapos que han sapiado unos mensajes que don Elías ha enviado.
– ¡Vaya, vaya! Hay que tener cuidado con los sapos, porque enseguida te sacan los trapos.
– Así mismito es, compadre; a uno le pueden sacar la madre.
– Bueno, mejor déjese de ambages, y cuente lo que dicen los mensajes.
– Ahí les pide a sus romeriantes, paciencia porque pronto habrá nuevas vacantes.
– Y cuando haya esas vacantes… ¿Barajarán a los de Creo tan campantes?
– Que no se ilusionen los de Creo de esta localidad; porque él tiene unos panas más calidad.
– Con razón su casa parece agencia de empleos… O mejor, fuente de los deseos.
– Bueno, no será la Santa Sede; pero hay que ir a ver qué sucede.
– Yo lo único que veo, sin pecar de criticón; que anda rodeado de puro lambiscón.
– No haga de sus prejuicios trinos; pues solo somos peregrinos.
– ¿Peregrinos? Yo solo veo unos cuantos seres magros, en espera de milagros.
– A donde el santo va le vamos siguiendo; por las necesidades que estamos viviendo.
– Yo no entiendo por qué sufrimos tanto, si a nuestro alrededor hay mucho santo.
– Discúlpeme que le proteste… Pero, ¿habrá otro más milagroso que éste?
– Pues, el santo Gober, que antes dijo no pasaba nada, ahora dice que esa es una bobada.
– De no pasar nada a pasar mucho, es un cambio de opinión que escucho.
– Y habrá escuchado su elocuencia, aclarando que sí hay delincuencia.
– Claro; si ha retado a presentar su renuncia, si alguien que él ha mentido anuncia.
– Pues ha de ser renuncia con piola, no creo que sea fácil dejar la carriola.
– El caso es que tanta inseguridad ya nadie aguanta, que ya mismo todo el pueblo se levanta.
– Eso es lo que en todo lado veo… ¿Será por la falta de empleo?
– ¿No ve, compadre? Razón tenemos los peregirnos, de a san Elías dirigirnos.
– ¿”Peregirnos” dijo compadre?… ¡¿No será “peregrinos” por mi madre?!
– Por una palabra no se me eche encima; que más importante es la rima.
– Bueno, compadre, yo también de romería salgo; para ver si consigo algo.
– ¿Ve compadre? Al orgullo hay que dejarle de lado; porque si no todo está fregado.
– Desventurados los del pueblo alzamos los brazos, para ver si por lo menos nos dan bagazos.
– Le juro, compadre, por Santa Catuta, que ya estoy harto de estos hijos de… el vecino.
– No rima, compadre…
– pero es cierto.