Cada fin de año aparecen con sus ocurrencias y sus pedidos que se extienden a todo nivel, ellas lloran, bailan, ríen y deambulan por las calles el 31 de diciembre pidiendo ayuda para sus hijitos.
Apretantemente se han quedado sin esposo, lógicamente porque lo han quemado o lo llevaran a las brasas ardiendo, en fin, van y vienen en sus bailes que denotan alegría en estos tiempos contemporáneos.
Para el historiador ecuatoriano Enrique Ayala Mora, esta costumbre en el país se remonta desde el siglo XIV y ha evolucionado con el diseño de los monigotes, es así que se complementan las locas viudas y sus esposos que serán calcinados.
En Ecuador esta tradición que no se repite en ningún otro lugar del mundo cada año, es más acentuada en su celebración, provocando que se premien a las participaciones de esos hombres que se visten de mujeres de negro y roban sonrisas a los transeúntes.
En la amazonia muchos concursos se pondrán en escena con grandes incentivos a la creatividad, se espera de qué miles de viudas estarán en las calles haciendo de las suyas en esta despedida del 2023.