– ¡¿Qué le pasa compadrito Ulbio?!… ¿Por qué anda cabizbundo y meditabajo?
– ¡Ay compadre Indiscreto! Es que le presté doscientos dólares a don Cipriano y no me los quiere pagar ahora que necesito.
– Pues, en ese caso perdónele la deuda a don Cipriano.
– ¡Pero… ¿No le estoy diciendo que necesito?! ¡Cómo le voy a perdonar la deuda!
– Ay compadre… ¡Cómo se ve que usted no entiende nada de economía!… Aprenda del Lenin; perdonó las deudas a los empresarios morosos justo cuando el país más necesita de recursos.
– ¡¿Y eso?! ¿En qué nos ha beneficiado pues?
– ¡No sé!… Pero el Lenin dijo que eso que va a generar trabajo y felicidad para los ecuatorianos.
– ¡¿Y dónde está el trabajo y la felicidad pues?!
– ¿Acaso no les ve la cara de felicidad de los grandes empresarios y banqueros?
– ¡Pero solo ellos! ¡¿Y nosotros?!
– Por algo se empieza…
– ¡¿Y, no ve?! ¡Por andar perdonando deudas a los más ricos ahora tiene que tomar medidas en contra de nosotros los pobres para financiar el país!…
– Pues usted también tome medidas…
¡¿Y yo qué medidas puedo tomar ?!… Si le digo a mi mujer que gaste menos me arma la grande y capaz que me termina echando de la casa.
– ¿No ve compadre? De eso mismo se trata la economía cuántica… Así como actúa su mujer, así mismo debe actuar el pueblo cuando es atacado pos sus gobernantes… ¡Ella sí que sabe de economía!
– No, no, no, compadre; y ahora que todo se va a poner más caro necesito ese dinero… No puedo perdonar ninguna deuda… ¡Y ahora voy a tener que pedir prestado a un chulquero para suplir lo que me debe don Cipriano!… ¡Y un chulquero me saca la madre!
– Así mismo hizo el Lenin; perdonó las deudas a los grandes morosos y ahora anda de rodillas ante los chulqueros del Fondo Monetario Internacional, y por eso ya nos están empezando a sacar la madre; estas medidas son solo el comienzo… ¡Ya va a ver! ¡Ya va a ver!
– ¡Es que los chulqueros sí que son jodidos!
– ¡Claro pues compadre! Si usted le pide prestado a un chulquero tiene que dejar algo muy valioso en prenda y como la prenda tiene que valer por lo menos diez veces más que el valor prestado entonces el chulquero tratará por todos los medios de quedarse con la prenda.
– ¿Y así mismo hace el FMI?
– Así es compadre; al endeudarnos con el FMI estamos hipotecando todos nuestros recursos: nuestro petróleo, nuestros yacimientos mineros, nuestra agua, nuestras centrales hidroeléctricas, nuestras empresas más rentables…
– O sea que esos chulqueros han de estar frotándose las manos sintiéndose ya dueños de todo eso.
– ¡Exacto! Entonces nosotros nos quedamos sin nada y endeudados… Pero con empresarios y banqueros felices.
– Bueno, pero… ¡Algo hemos de hacer con lo que nos prestan!
– ¡¿Qué vamos a hacer pues?! No ve que para darnos la plata nos hacen firmar un documento que se llama Carta de Intención que está lleno de malas intenciones.
– ¡¿Malas intenciones?! ¡¿En qué sentido?!
– Pues que todo lo prestado debe ser invertido y administrado por empresas e instituciones afines al FMI; es decir, en realidad ellos se prestan a sí mismos y otros somos los que tenemos que pagar. Además, eso produce grandes fugas de dólares, lo que provocará… ¡El fin de la dolarización!
– ¡Ele! ¡¿Y entonces cómo y de dónde va a pagar el país?!
– Pues para eso está el pobre y sufrido pueblo; nosotros cargaremos con el peso de la deuda con medidas cada vez más infames… ¡Todo sea por la felicidad de los que sabemos!
– ¡No pues compadre!… ¡Eso es muy injusto!… ¡Y nuestros asambleístas deberían defendernos!
– Esperemos que aquellos “defensores de la vida” ahora que tienen la oportunidad de hacerlo lo hagan… Pero eso sería como esperar bendiciones del diablo… El pueblo solo puede confiar en el pueblo y no en aquellos fatuos que ya son felices con sus jugosas ganancias.
– ¿Y entonces?
– ¿Entonces?… ¡Pues vamos a la lucha, compadre!