—¡Compadre Indiscreto! Esto de la política está cada vez más enredado para mí.
—Pues, cómo no va a estar enredado, compadre Ulbio, si se la pasa todo el día en las redes sociales y no entrega rápido su trabajo.
—Es que hay que estar actualizado, pues compadre.
—Actualizado peno no enredado. A ver, cuénteme, ¿qué es lo que le tiene enredado?
—¿Se acuerda de cuando me contó que el presidente de la Confeniae había vendido su alma al diablo… y hasta le pidió descuento por venta al por mayor para apoyar al Nobita en su reelección?
—¡Cómo no voy a acordarme, compadre! Esos políticos son como el Wi-Fi de mi casa: prometen conexión, pero siempre te dejan colgado… ¡Y la gente les vuelve a dar like!
—Pues fíjese que ahora hasta las bases le hicieron Ctrl+Z a su presidente. Salieron a decir que él solito se disparó como un influencer en live, sin filtro y sin permiso.
—¡Le dije! Ese acuerdo era más secreto que la receta del seco de chivo de mi suegra. La asamblea dijo: «Ningún candidato hasta que no pasen la prueba del colchón», o sea para ver si son suavealgodón o resultan pura paja.
—¡Y se armó el meme, compadre! Primero los del sur le soltaron un «Not stonks», luego los del norte con un «Booom, denounced» y, finalmente, los del centro les dieron retweet.
—Eso no es nada. Los de Pakkiru, esos que son más bravos que el ají rocoto, casi le organizan un funeral político a su presidente. ¡Hasta el curaca le dijo «You’re on mute» en la asamblea!
—¿Y las mujeres? ¡Uy, compadre, Norma Yamanshía le tiró un roast que hasta el sombrero le salió volando! Casi le grita: «Señor, esto no es Tinder para que swipeee a lo loco por puestos».
—¡Ja! Y Sandra Alvarado, la coordinadora, le recordó que en la Confeniae no hay DLCs: las decisiones son en pack completo, no por mods piratas.
—O sea, compadre, el presidente de la Confeniae quiso ser el Messi de la unidad, pero terminó como el arquero en modo kamikaze: puro autogol.
—¡Y con las mujeres de frente! Esas no juegan, compadre. Si se enojan, te dejan más en evidencia que un tik tok de dudosa coreografía.
—Ah, pero no se crea… Hasta una enfermera del hospital le cantó las cuarenta a su jefe. ¡Le dijo «usted es más incompetente que mi suegro armando un mueble de IKEA»!
—¿En serio?
—¡Sí! Que el hospital está peor que concierto de reggaetón sin bajos: sin ambulancias, sin pagos, sin nada… ¡Hasta el IESS le mandó un «Are you kidding me?»!
—Con razón, compadre. Ahora a ese jefe ya le marcaron la salida con luces de neón y una banda de mariachis cantando «Se va, se va».
—Las mujeres no andan con chiquitas, le sueltan la sopa fría y si no le gusta… next, please.
—Bueno, compadre, mejor me voy antes de que mi jefaza me encuentre aquí chismeando y me mande a la zona de cuarentena… o peor: ¡a lavar los platos!
—¡Jajaja! Corra, corra; que, si le pilla, hasta el perro le va ladrará en clave morse.
—Y usted tampoco se va a librar, por ahí me contaron que su pelada le tiene bloqueado.
—Aquí, a la única a la que le quieren bloquear es a la Conaie, dividiendo al movimiento indígena para a su vez bloquear el apoyo a la candidata contraria.
—¡Chuta! Con tanto bloqueo las próximas elecciones van a terminar como muro de Facebook, y con la prohibición de los celulares no va a valer ni como stalkear a nadie.
—Así es, nuestro voto solo va a quedar en visto, pero no registrado ni enviado.
—Y con tanto chanchullo, este proceso más bien parece un Mercado Libre.
—Tiene toda la boca llena de razón, compadrito; los apoyos se compran y se venden por E-Bay y por Amazon… Bueno, por algo somos amazónicos.
—Sí, sí; pero ahora tengo que irme porque recién me acuerdo que tengo que cargar unos bloques, no vaya a ser que también mi mujer me bloquee y no se me quiera poner X. —Vaya, vaya, compadre, o si no la comadre le va a dar su hashtag.