Por: Edwin Mosquera G.
Lo notorio se hace evidente cuando conmociona la sociedad, todos los días son encontrados miles de cuerpos maniatados, degollados unos hasta descuartizados, que mal o bien sirven como noticia y que muchas veces por el hedor putrefacto de las vísceras descomponiéndose dan luces de un cadáver.
Como dice el viejo y conocido refrán, no hay muerto malo ni novia fea, indistintamente de las acción o actos de estos sujetos, que los hicieron populares tanto en redes sociales como personalmente, no estando en la capacidad de juzgar a nadie, hay que analizar la forma sociopatica de los hechos.
El único rastro y señal de neurosis que se evidencia, es el haber encapuchado a los cuerpos, que también puede tener un significante del rasgo de empatía, o simplemente para que se dilate la identificación de los restos humanos.
Maniatar a un sujeto tiene un significante más allá de solo privar de la movilidad al individuo, sino más bien disfrutar del sufrimiento y gozar de la súplica del mismo implorando por su vida, esto identifica el faenamiento al individuo con un toque de sadismo que obedece a la premisa del cumplir con la cometida o un mensaje implícito.
El dar muerte a un sujeto con varios impactos de bala expresa la condición de proyección del poder hacia el arma de fuego, y el poder endiosado que ejerce sobre la víctima, figura fálica sobre el otro, es decir el lenguaje Freudiano, mira mi pene es más grande que el tuyo y puedo hacerte daño y si quiero hasta matarte.
El lamentable la situación y más que nada las condiciones en las cuales son encontrados estos sujetos, esto solo obedece y evidencia la precaria empatía social que está caracterizando a este país, esto es simplemente un criterio mas no debe considerarse como un análisis.