—¡Rícanomá la vida de mi compadre Indiscreto! Usted ahí, instalado en su perezosa, ronca que ronca. ¿Hace curso por Zoom para hibernar o es talento natural?
—¡Chúpese la mandarina, compadre criticón! ¿No ve que estoy en misión ultra secreta?
—¡¿Misión ultra secreta?! ¿Espiar cucarachas desde la hamaca será pues una misión?
—No sea ignorante, compadre Ulbio; eso se llama “modo servidor público”, y es un protocolo de ahorro energético: mover solo un párpado cada tres horas.
—¡Ah, claro! Como esos funcionarios que cobran por simular teletrabajo. ¿Y el sueldo? ¿Se lo deposita el hada de los aguinaldos o qué?
—¡Un día libre nomás me tomé, alma de aduana! Quería sentir cómo es eso de… ufff… ¡cumplir horario sin cumplir ni un trámite!. Es una experiencia VIP, compadre; ¡pero usted que va a entender esas cosas!
—Pero algo harán esos burócratas, ¡no puede ser que solo memeen en la oficina! ¡Hasta mi perro hace más… y eso que solo lame platos!
—Ahí está el truco, y más secreto que la fórmula de la Coca Cola. Es que los han entrenado en el arte del mimetismo institucional. ¿Ya vio a la directora del IESS? La pobre parece personaje de Juego de Tronos: le preguntan algo y se queda peor que una estatua de cera con hipo: «Mmm… el director nacional… mmm…». ¡Y no afloja ni una jota así le ofrezcan un chupetín para que suelte la lengua!
—¡Juaaaa! ¿Y el del Miduvi? Ese ni parpadea. Lo entrevistaron por el puente que se cayó y dijo: «El puente… ejem… está en fase de… ejem… reposo horizontal estratégico».
—¡Ajá! ¡¿No ve, compadre?! Es la nueva Ley Mordaza 2.0: «Si hablas, te multamos; si callas, te ascienden». Hasta el alcalde se volvió Houdini: ve una cámara y ¡puf!, desaparece en su carrazo. El otro día lo persiguieron por tres cuadras… ¡y el tipo dejó una grabación de «Hablen con mi secretaria…» en loop!
—¡Viera, compadre! Y decían que en tiempos de Correa vivíamos en dictadura, pero al menos los funcionarios hablaban hasta por los codos. Ahora son más mudos que un pez en un concurso de ortografía.
—Total… Por eso estoy entrenando: «Modo servidor público nivel dios». Pronto podré dormir con los ojos abiertos… ¡y cobrar por roncar en clave morse!
—¡Genio! Ahora mismo le digo a mi señora: «Cariño, hoy no friego platos… ¡estoy en modo Mies!». Total, si preguntan, diré… «Mmm… consulten al Ministerio del Hogar… mmm…».
—¡Adió cierto, compadre! Casi me olvido; estoy organizando una fiesta por mi cumpleaños.
—¡¿En serio?! ¡Y, ¿cómo así pues, compadre?! Si a usted no le gustan esas conmemoraciones.
—Es que… uno como que se va volviendo cursi con los años. Pero lo malo es que tengo miedo.
—¡¿Miedo?! ¡¿De qué pues?!
—De que me pase como al Nobita, pues.
—¡¿Y qué le pasó al Nobita, pues?!
—Qué invitó a cien mandatarios a su posesión presidencial, y solo vinieron dos: la una solo a comer y el otro solo a criticar.
—¡Ele chuta! Pero no creo que ese sea su caso…
—¡Cómo no! Capaz que en mi caso solo llega un invitado: ¡Usted! Y viene solo a comer y a criticar.
—No sé preocupe, compadre; que también traeré a mi esposa.
—¡Chuta! Eso empeora las cosas; dos tragones y criticones… Mejor me dejo de festejos y cumplo mis veinticinco en paz.
—¡¿Veinticinco?! ¡No me haga reír que se me arrugan las mejillas!
—¿Acaso usted no sabe que estuve veinticinco años casado?
—¿Y eso que tiene que ver?
—Que eso de estar casado no es vida y no hay por qué celebrarlo, así que no cuenta. Solo cuentan los años que he permanecido soltero: ¡Veinticinco primaveras!
—¿Quiere decir que yo, estando casado, no tengo vida?
—A lo mucho, vida de mandarina. Disculpe, compadre, pero yo como digo una cosa digo otra…
—¡Ya, ya! ¡Ya va a empezar como la Chimoltrufia! Mejor siga haciendo como los funcionarios públicos y deje de hablar…
—¡Ah claro! Ya veo que usted aplica el modo funcionario público mejor que yo. Si al funcionario público lo calla el gobierno, a usted lo calla su mujer.