– ¿Qué hace, compadre Indiscreto, allí en esa forma tan rara? Cruzado las piernas, cerrado los ojos; más parece faquir hindú. ¡¿No me diga que cambió de religión y se volvió Are Krishna?!
– ¡Vaya para allá, compadre Ulbio! ¡No me desconcentre! ¡Ningún Are Krishna! ¡¿No ve que estoy en trance tratando de ponerme en contacto con mis ancestros?!… Y aparece usted con esa cara tan fea.
– ¡Chiii…! Yo que venía a invitarle para irnos a la pachanga en la plaza del Ánimo; pero usted siempre anda en sus cosas raras.
– ¿No ve que, según la tradición, en estos días las benditas almas del purgatorio andan rondando? Vienen del más allá al más acá. Es decir, están más cerca de nosotros que lo que usted se imagina.
– ¡¿Y para que quiere ponerse en contacto con sus ancestros?! ¡Ya déjelos en paz en el más allá! Mejor vamos más acá, que en la Plaza del Ánimo se prendió la farra por las fiestas de la provincia.
– ¡No sea shunsho, compadre! ¿No ve que estos días son de profunda reflexión? Y yo quiero saber si hay vida más allá de la muerte, si es verdad que los muertos resucitan; cosas profundas que usted no entiende. ¡Qué va a entender! Si yo creo que usted vive ya solo porque el aire es gratis.
– Pues, por eso mismo compadre; deje de andar pensando en muertos y venga a donde hay vida, y sobre todo ánimo. ¿No ve que es chulla vida? Y no sabemos si en el más allá habrá pachangas. Porque, en la Plaza del Ánimo, si tiene muerta la fe y la esperanza, ahí se anima; si está muerto de hambre, ahí habrá comida a full; si tiene muerto el que sabemos, con las Chicas Dulces revive; si está aburrido, venga para que no se aburra…
– Aquí la única burra vieja es usted; yo estoy hablando de los muertos de verdad, no de los muertos en vida.
– Mejor haga como el prefecto. ¿No ve? Él cumplió con su promesa de transformar a la provincia y ha transformado, por lo pronto, a la Plaza del Ánimo en una pista de baile y ahora le ha dado vida a la provincia. Allá todos felizotes y usted solito acá tratando de resucitar a los muertos.
– ¡Tanta plata en fiestas! Y las obras… ¿Qué?
– Bueno, las obras para otro día. Por ahora estamos de fiesta y hay que festejar a la provincia como Dios manda. Es que “Pastaza lo tiene todo”.
-Bien dicho compadre, “Pastaza lo tiene todo” tiene hambre, tiene pobreza, tiene desempleo, tiene desnutrición. ¿Sabía usted que somos la provincia con mayores índices de pobreza? ¿Sabía usted que Pastaza tiene los mayores índices de desnutrición? Y, aquí nos gastamos la plata en fiestas.
– O sea que, según usted, ¿no tenemos derecho a festejar a la provincia por su provincialización?
– Yo no digo eso, pero sí, creo que hay problemas graves en nuestra provincia que nos debe preocupar y no destinar tanta planta solo en la farra, en la fiesta, en la pachanga, en darle circo al pueblo. Cuando Pastaza en estos últimos años aumentó sus índices de pobreza, más que cualquier otra provincia y ¿culpa de quién es?
– Bien digo; hay muertos que están muertos en vida, y usted es uno de ellos. Por lo menos hubo algo para distraernos y alegrar a los turistas, y usted amargándose pensando en el presupuesto que se ha gastado para las fiestas.
– En otras partes, son los empresarios, la empresa privada la que invierte, pone la plata y arma verdaderos shows que atraen a los turistas y dinamizan la economía de las familias. Solo aquí se vive de la empresa pública. ¡Y la gente feliz! Diciendo que, si Ambato tiene a un Alfonso Chango, Pastaza tiene a Granda.
– Pero… ¡Cómo va a comparar, compadre! En otras provincias hay empresas, hay inversionistas. Nosotros, aquí, ¡¿qué empresas tenemos?! Pero, mejores me voy; para que le sigo escuchando si ya se ha vuelto amargado. Otros años bien salía a disfrutar y más bien era el que invitaba, el inquietoso. Y ahora ve viene con su domingo siete, a cuestionar al prefecto porque ha invertido en artistas.
– ¡Espere! No se esponje, compadre; no es para tanto. No es que no me gustan las fiestas, solo quería hacer unas reflexiones ahora que me he puesto en modo reflexivo.
– ¡¿Ne ve?! Ese sí es un milagro. Creí que mi compadre había muerto; pero ya resucitó.
– Claro; es que me dicen que este fin de semana es la despedida de mi otro compadre, “el Duro de la Amazonía”, Bayrito Caicedo. ¡Y eso sí que no me lo pierdo! Porque aquí nació como artista y aquí cuelga los guantes.
– Tiene razón, compadre. Hay que apoyarle al único que ha hecho quedar bien a la provincia de Pastaza. Vamos compadre, ya que chu…, los muertos al hueco y los vivos a la Plaza del Ánimo.