– Medio distraído y pensativo le noto hoy día, compadre Indiscreto.
– ¡¿Y de qué se extraña pues, compadre Ulbio?! Así somos los filósofos…
– ¡No me venga con que usted es como Platón, compadre!
– Ni Platón ni platudo; bueno, los mejores filósofos griegos eran chiros, así como yo…
– ¡No ve, compadre! ¡¿Para qué anda de filósofo?! Si no se gana nada con eso.
– Claro que gano y mucho, compadre inculto.
– Pues no se le nota que gane algo.
– Gano conocimiento y sabiduría, que es el mejor alimento para la mente y el alma.
– ¡Pero usted no va a ir a la panadería y pagar con sabiduría, compadre!
– No solo de pan vive el hombre, compadre; también de galletas y moncaibas. Pero si de dinero se trata, hay filósofos que si ganan y mucho, gracias a nuestra democracia.
– ¿Y cuáles son esos filósofos que ganan mucha guita?
– Los asambleístas, por ejemplo. ¡¿No ve el Henry?! Ha adquirido tanta sabiduría y conocimiento que conoce todos los movimientos del prefecto, y ante cualquier artimaña está ahí para denunciarla.
– ¿Y qué es lo que anda ahora denunciando?
– Que no para de hacer campaña por el Elías; que los eventos de ciclismo y brigadas médicas del Patronato no son otra cosa que campaña camuflada, con entrega de camisetas, gorras, tomatodos y mucho más. Todo ello con fondos públicos.
– Pues, se equivoca el filósofo; porque no es campaña camuflada sino franca y abierta.
– Pero no seamos parte de la amnesia colectiva, compadre. Que no se olvide el morenito, pupilo de Toño Kubes, que él ganó de la misma manera y con el mismo método de hacer campaña con fondos públicos… ¡Y desde la misma prefectura!
– Es que es como decía mi finada Bisabuela: “La vaca se olvida que también fue ternera” je, je, je.
– ¡¿No ve, compadrito?! ¡Hasta su Bisabuelita ha sido una gran filósofa. Solo usted nomás ha salido medio bruto.
– Yo también quería ser filósofo de niño, compadre; lo que pasa es que mi papá no me apoyó con los zapatos de fútbol.
– ¡¿Ve compadre?! Si usted no es más bruto es porque no es político… ¡¿Qué tiene que ver la filosofía con el fútbol?!
– ¿Pues, acaso no hubo un filósofo que se llamaba Sócrates?
– Así es, compadre… ¿Y…?
– ¿Y Sócrates no jugaba en la selección de Brasil?
– ¡Usted siempre confundiendo las cosas, compadre! Pero bueno, el Sócrates brasileño también fue un hombre muy sabio, no solo pateaba las pelotas sino que tenía un gran criterio político.
– Ya ve que yo también pienso…
– Debo reconocer que a veces sí piensa, aunque haciendo un esfuerzo. Pero usted ya me hizo perder el hilo de la conversación… ¿De qué hablábamos?… ¡Ah ya! De las denuncias del Henry…
– ¡Pero el mismo prefecto también! ¡Demás exagerado! En plena concentración pública, confiesa que los caramelitos para los niños y los zapatitos para los adultos mayores serán regalos de navidad del organismo provincial y de toda la gente de la 61.
– ¡La desesperación, compadrito! ¡¿Qué no ve que la competencia está dura?!
– Pero tampoco ahorró discurso para decirles a los congregados en el espacio cubierto de San José, que los asambleístas de la 61 “harán leyes para el tema ganadero y el tema piscícola”.
– Ojalá las vacas y los peces pudieran votar; pero yo por mi parte voy a votar por quién derogue la Ley de la Gravedad.
– ¡¿La Ley de la Gravedad?!… Ele… ¡¿Y para qué quiere que deroguen la Lay de la Gravedad?!
– Qué no ve compadre que la situación está muy grave y ya mismo parece que todo se nos viene encima… ¡Hay que detener la gravedad para que el mundo no se caiga!
– Y que solo caiga quien tenga que caer…
– ¡Así es, compadre! Y que no nos venga de denunciólogo ningún pitufo filósofo a mirar la paja en ojo ajeno sin ver la viga que hay en el suyo.
– Claro pues, la cuestión no es un deseo de justicia sino mantener notoriedad para ver si en la próxima campaña se alcanza la tan codiciada Prefectura.
– Tiene toda la boca llena de razón, compadre; todo es puro cálculo político para las próximas elecciones… Pero quien sabe si hasta entonces quede país… Al paso que vamos, no se extrañe si desaparece.