Por: Pedro Dávila
Hoy llegó el insomnio de repente, en la necesidad de escribir lo que siento en medio de la reflexión sobre la existencia y, la felicidad. Imposible no compararnos en el tiempo; el ayer en el que se perennizaba la pérdida de la esperanza al no tenerlas y, el hoy que transformó nuestras vidas con su nacimiento.
La vida se circunscribe a momentos, a instantes y pasajes. Gratos y no tan gratos. Aflicciones, alegrías o desencuentros. Aquellos que son pasajeros y otros que se eternizan en el tiempo. Y es que los hijos siempre serán la razón de la existencia y, los que dan los matices perfectos a la obra.
Quienes tenemos la gran oportunidad de ser padres podemos entender la magnitud de la completitud de la vida en la dicha de la llegada de los hijos envueltos en el añorado sentimiento de felicidad. Por qué la felicidad no se la busca ni es un destino, tan solo llega en la plenitud del día a día, en el disfrute del trayecto.
Hoy al cumplir dos años de su llegada a nuestras vidas, celebro en lo más alto la dicha de verlas con salud, llenas de vitalidad y energía. Porqué me enseñan desde la inocencia de sus actos que la vibración es parte de la vida. Un cambio constante. Abrir y cerrar ciclos para la trascendencia de la vida en el crecimiento permanente.
Porqué vamos escribiendo la historia de nuestras vidas, paso a paso, sin prisas y con calma, en unidad, en fuerza, con confianza y seguridad. Porqué en lo imperfectible de mis actos al no estar preparado para todo, vamos aprendiendo que todo aquello que nos sucede siempre nos está preparando para algo.
Nos sentimos afortunados de tenerlas en nuestras vidas e iluminar cada día con sus ocurrencias. Porqué mientras tengamos esa dicha temporal, a la vez somos conscientes que no estaremos preparados para el desapego, en la medida en que los hijos simplemente algún día partimos.
Porqué mientras duermen, solo quiero detener el tiempo, para en el suspiro que me envuelve eternizar su infancia.
Feliz cumpleaños Ema de mi vida y Eliette de mi corazón, desde lo más profundo de mi ser.
Con amor papá.